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“Aquí las ambulancias nunca llegan a tiempo”

Los vecinos de la familia alcalareña que ha perdido a tres de sus miembros por posible intoxicación alimentaria no se explican lo sucedido y cargan las tintas contra los servicios sanitarios.

el 14 dic 2013 / 23:30 h.

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La conmoción y la indignación se mezclaban ayer a partes iguales en la zona de Alcalá de Guadaíra conocida como los pisos blancos, dentro de la barriada de Rabesa, a medida que se iban conociendo las muertes de Enrique, Concepción y una de sus hijas. La noticia de la intoxicación de esta familia, residente en uno de los bloques de la calle Pesadora, sacudió al vecindario, que a última hora de la tarde se reunía en corrillos en la zona, de forma espontánea, para comentar lo ocurrido y atender a los medios de comunicación desplazados hasta allí. La puerta del piso donde residían los tres fallecidos, precintada. / El CORREO La puerta del piso donde residían los tres fallecidos, precintada. / El CORREO Los pisos blancos es una zona deprimida de Alcalá, si bien sus vecinos son mayoritariamente gente trabajadora que se ha visto especialmente azotada por la crisis en los últimos años. Para llegar al edificio donde vivía la familia intoxicada es preciso cruzar un callejón formado por varios bloques, de fachada gastada, que conforman la callejuela Pesadora, donde la mayoría de sus habitantes se conoce bien. Allí, a la entrada de este callejón, un grupo de unas 20 personas debatía sobre lo sucedido a última hora de la tarde, y coincidían mayoritariamente en que los fallecidos eran “gente normal” a los que la vida llevaba tiempo sin sonreírles. “Eran personas trabajadoras que luchaban por salir adelante, como la mayoría de los que vivimos en este barrio, pero que no encontraban trabajo. Por eso tenían que andar rebuscando en contenedores para vender cartones y latas”, explicaba una vecina, que admitía no entender cómo ha podido ocurrir esto: “La Policía nos dijo que seguramente fue algo que comieron, que tenían que analizar los alimentos, pero es incomprensible que si la cosa era tan grave, los médicos no se los llevaran al hospital cuando los llamaron primero, de madrugada”. Otro vecino, un adolescente, saltó al instante, preguntando ante la multitud, “qué médicos”. “Yo llegué anoche sobre las tres de la mañana, y aquí no había ninguna ambulancia. Dicen que vinieron primero de madrugada y que luego volvieron a las nueve de la mañana, que fue cuando se los llevaron al Valme, pero yo no vi nada”, añadió. Otra vecina daba quizá la clave. “Aquí las ambulancias, te puedes estar muriendo, que no vienen hasta pasadas dos horas desde que las llamas, si es que llegan”, clamaba indignada. Según explicó luego a El Correo, el centro de salud de La Oliva, el que corresponde al barrio, cierra sobre las 20.00 horas, y luego les atiende uno de urgencia que no está a mucha distancia, en la calle Sanlúcar la Mayor, conocido como “el de los bloques verdes”, unos edificios que de hecho se divisaban desde la calle donde vivía la familia intoxicada. La tertulia continuaba, ahora entorno a cuál había sido el alimento en mal estado que provocó todo. “La Policía comentaba que quizá era un pescado en adobo que estaba podrido”, apuntaba una chica. “Pues yo he oído que era la ternera”, señalaba otro. En el edificio donde vivían los fallecidos, la puerta del Bajo C permanecía precintada por la Policía, mientras los vecinos de puerta de Enrique y Concepción no daban crédito al conocer la noticia de la muerte. “Oímos que se los llevaron al hospital, pero para nada pensábamos que fueran a morir”, mencionaba la presidenta de la comunidad de propietarios, que aseguraba que la familia intoxicada no solía dar problemas. “No se relacionaban mucho, pero no daban problemas, iban a lo suyo. Es una tragedia”, concluyó.

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