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Argumentos para una celebración

Una cosa es ser prudente, que nunca está de más y resulta casi obligado andando el Betis y su historia de por medio, y otra, ser un malage, un vinagre o un cenizo.

el 27 may 2013 / 00:20 h.

Por Juan Salas

Una cosa es ser prudente, que nunca está de más y resulta casi obligado andando el Betis y su historia de por medio, y otra, ser un malage, un vinagre o un cenizo. Y es que el gol postrero del Rayo en Getafe cambió el apellido oficial por el de virtual al triunfo más rotundo y necesario de la temporada en una noche donde hubo celebración en la grada, en la hierba, en el palco, en el vestuario y hasta en cada casa. Ya sé que el pasaporte continental no está del todo sellado, pero no me negarán que quien pretenda apostar contra la nueva e inminente versión del Eurobetis o es un temerario, o ve el futuro con una antelación tal que debería dedicarse al próspero negocio de la videncia televisiva. Y es que el Betis que vapuleó al cadavérico Zaragoza ha sabido, una vez más, darle el regate sobre la línea a esa fatalidad periódica a la que parece condenado desde que fue parido en verde y blanco. No les hablo, ya le digo, de la piel del oso, sino de ese cambio radical, esta institución a quien no la conoce ni la madre que lo parió, en la guerrista acepción del término, desde que se abrieron las ventanas para que luz dejara bien a las claras la desnudez deportiva, económica y moral en la que se hallaba sumido, esa UVI de la que contaban haberlo sacado cuando lo cierto es que lo habían abonado a ella casi de una manera irremisible. Queda la última estación, en la que puede, incluso, que no sea ni obligatorio el puntuar, pero como aquí llueve sobre mojado, mejor no depender de nadie ni de nada para que todo luzca con el resplandor de la fiesta que anoche se vislumbró en el graderío local.

El billete lo tienen los de verde y si aprietan bien los puños, nadie se lo ha de arrebatar. Busquen, y no es necesario que sea para los muy adentros, cuántos son los motivos por los cuales este Betis de hoy, este Betis que (aún no) está clasificado por la UEFA, y ordénenlos según la vara de medir de cada cual. Sean felices desde ya porque, pase lo que pase cuando despidan el próximo sábado, la noche más oscura parece haber quedado ya bien alejada, rumbo a los rincones de la memoria. Cojan, metafóricamente, papel y lápiz. Recuerden lo que padecieron hasta hace tan solo tres veranos y los peligros que había que correr para llegar a esta tierra prometida de la que ahora son legítimos propietarios y hagan el favor de colocar en una lista los innumerables argumentos que, a pesar de la virtualidad de la que les hablaba, deja un año donde más cosas, y algunas de ellas fundamentales para el futuro, han sucedido a favor de este Real Betis Balompié. Y es que, parafraseando a algún ilustre vecino, parece que lo mejor está por llegar. Que así sea.

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