Cultura

Arranque con nombre de mujer

La foto del día no la captó ninguno de los múltiples flashes que inmortalizaron, por separado, el debut de Almudena Grandes y Donna Leon en la Feria del Libro de Sevilla. Ocurría horas después, en un hotel cercano. Ambas se daban la mano y se reconocían entusiastas de la cita libresca en la ciudad.

el 15 sep 2009 / 04:00 h.

La foto del día no la captó ninguno de los múltiples flashes que inmortalizaron, por separado, el debut de Almudena Grandes y Donna Leon en la Feria del Libro de Sevilla. Ocurría horas después, en un hotel cercano. Ambas se daban la mano y se reconocían entusiastas de la cita libresca en la ciudad. "Los lectores son mi libertad", había asegurado ante la prensa Grandes. Leon le recordó la afirmación. Las dos forman parte del exclusivo club de escritores superventas.

Donna Leon is diferent. Habla inglés pero gesticula y alza la voz como una mamma napolitana, escribe novela policiaca y odia los serial killers, tiene como protagonista de sus libros a un comisario taciturno de tendencia depresiva pero ella se define "geneticamente feliz". A Donna Leon le entusiasma encontrarse con sus seguidores, es extremadamente amable con la prensa y soporta pacientemente los disparos de los flashes. Sin embargo, tiene prohibido que sus obras -convertidas en best-sellers por toda Europa- sean traducidas al italiano para poder vivir tranquila y en el anonimato en Venecia -donde reside desde hace más de dos décadas-. Esa dualidad, que la hace irresistiblemente encantadora, marcó el inicio de la Feria del Libro de Sevilla 2008, que, a pesar del pregón con el que el premio Cervantes Antonio Gamoneda cerró la jornada, tuvo nombre de mujer.

El siguiente fue el de Almudena Grandes, otra superventas -ésta a nivel nacional- que dio también una gran lección de gratitud y modestia al desplazarse ayer hasta Sevilla. A pesar de que pocas horas después subía a un avión en Madrid con destino a Buenos Aires, la madrileña tuvo el gesto de acudir por la mañana a la ciudad para recoger, de manos del alcalde, el Premio del Gremio de Librerías de Sevilla y Público Lector por su novela El corazón helado, un galardón de modesto alcance al que la autora no le escatimó elogios y que incluso definió como "el premio más importante que pueda recibir un escritor", puesto que está concedido por el público, "que es el premio de verdad, el único que no se puede amañar y que no caduca".

"Los lectores son mi libertad. Si algún día me dan la espalda no tendré otra alternativa que dejar de escribir, o empezar a hacer todo lo que los editores quieran", aseguró en una breve comparecencia antes de abandonar la sala que justo antes había ocupado la señora de la novela negra, con el mismo entusiasmo e idéntico mimo a sus lectores españoles.

Donna Leon, según su costumbre, llegó pues, sin hacer demasiado ruido, por la puerta de atrás de la Feria del Libro de Sevilla -la organización convocó a los medios de comunicación en el Salón del Apeadero del Ayuntamiento, con acceso desde la Plaza de San Francisco-, mientras que en el escenario principal todo se desarrollaba según el guión previsto para una jornada inaugural: mucha chavalería, atraída por los cuentacuentos y el rosario de actividades paralelas encaminadas al fomento de la lectura, los libreros ultimando detalles en las casetas -la Feria no queda oficiosamente inaugurada hasta hoy, una vez pronunciado el pregón de Antonio Gamoneda en la tarde-noche de ayer- y los representantes políticos locales, bien pertrechados por sus respectivas cortes, haciendo el paseíllo en medio de una nube de fotógrafos y curiosos. De momento, pocas ventas. Habrá que esperar al puente, en el que los libreros tienen puestas todas sus esperanzas.

Así pues, mientras todo esto sucedía en la Cara A de la Feria, la Cara B se deleitaba escuchando a una escritora -nacida en Estados Unidos pero europea de formación y domicilio- convencida de la función social de la novela que está de gira por España con la última entrega de las aventuras de su personaje fetiche, el comisario Brunetti, a través del cual se atreve a poner en solfa los desmanes políticos y sociales de su país de residencia.

"Hay casos de corrupción en mis libros, pero no cuento ni el 10% de lo que realmente ocurre en Italia. ¡Nadie lo creería!", dijo mientras recordaba el caso de un ministro de Justicia en tiempos de Romano Prodi, cuya mujer fue procesada por colaborar con la mafia.

"Espero que esta novela sea políticamente incorrecta, la corrección es muy peligrosa, nos deja indefensos y con el espíritu crítico diezmado", explicó la escritora con un entusiasmo desbordante durante toda la comparecencia, para añadir que sus libros sus libros "no señalan con el dedo índice a nadie, ni sermonean con lo que a ojos de la sociedad está bien o no", sino que sólo transmiten la frase "¿Habéis pensado en esto?".

Con esta premisa, Donna Leon desgranó ciertas claves de su novela La chica de sus sueños (Seix Barral), la más reciente traducida al español y que se agota estos días en los estantes de novedades. Brunetti pretende esclarecer el caso de una niña gitana de diez años que aparece muerta y que ningún familiar ha reclamado. Para investigar su homicidio, el cínico comisario se infiltrará en la comunidad gitana, los romaníes en lenguaje oficial de la policía italiana, y deberá luchar contra el prejuicio institucional, una rígida burocracia y sus propios remordimientos de conciencia.

Respecto a la corrección política, Leon cree que uno de los temas en los que las personas tienden a ser políticamente correctas es al hablar de la comunidad gitana. "Fuera de sus casas, todos dicen que los gitanos son maltratados por la sociedad, que son víctimas de los tiempos que corren, pero, de puertas para adentro, confiesan que roban, que no son buena gente", explicó la autora.

Quizás ese afán de denuncia, la necesidad de distanciarse con la doble moral, haya unido cósmicamente a Donna Leon y Almudena Grandes, cuyo encuentro fugaz, en un inglés torpe pero bien intencionado, pareció decir muchas cosas.

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