El campo o el amor al terruño, como dirían los sociólogos, es el nexo de unión entre Asenjo y Barbeito. Ya lo dijo el nuevo arzobispo tras visitarlo este invierno en la casa de Carlos Herrera: "Hemos conectado, pues tenemos en común que nuestros padres trabajaban y amaban la tierra". Una tierra que el pregonero abonó ayer con sus dudas de fe en versos como éstos: "Sigo aquí, Señor, rezando/oraciones que aprendí,/pero al preguntar por Ti,/sigo dudando, dudando./Señor por la duda ando/entre preguntas desnudas/esperando a que Tú acudas,/a despejarme neblinas:/yo te arranco las espinas,/ ¡arráncame tú las dudas".
Nada más finalizar el pregón, Asenjo mostraba su comprensión con las palabras del de Aznalcázar: "No ha habido ninguna negación, sino una duda seguida de una petición vehemente a Dios para que le ayude a despejar estas dudas. También eso es muy lícito". Horas más tarde, en su intervención en el Alcázar, monseñor iba más allá y le tendía la mano como nuevo pastor de la Iglesia de Sevilla.
Heredero del "perfeccionismo" con que su padre hacía los surcos más derechos de Sigüenza, el sucesor de Amigo Vallejo recordó el "bis a bis" que hace unos días tuvo con el pregonero: "Los obispos tenemos un báculo que empuñamos. No es símbolo de poder sino de servicio. No es un báculo de amenaza, sino de apoyo, en el que queremos que se apoye nuestro pueblo. Por ello le ofrezco mi compañía, mi amistad y mi báculo para que se apoye y le ayude a confirmar las certezas y diluir las perplejidades y las dudas".
El lirismo y el continuo diálogo con Dios, Sevilla y su Semana Santa terminó convenciendo a monseñor, que llegó a tildar el texto de "unamuniano", en alusión al humanismo que se desprende del canto. Asenjo resaltó que ha sido un pregón "excelente, de una gran belleza formal y de una profunda religiosidad, por lo que debe ser releído y estudiado". En su opinión, concluyó que es "una invitación magnífica para vivir con autenticidad la Semana Santa de Sevilla".
