Todos con camisetas verdes, así aparecieron ayer frente a los medios los representantes del audiovisual andaluz “para evitar el fundido a negro” del sector, según dijo gráficamente el productor Gervasio Iglesias.
El mensaje no podía estar más claro: si la Junta de Andalucía sigue recortando los presupuestos destinados a esta industria estratégica y no se cumple la Ley General de la Comunicación Audiovisual, que obliga a las televisiones públicas a invertir un mínimo del 6% de sus ingresos en producción cultural, el extraordinario desarrollo que ha tenido la comunidad en los últimos años –sólo este año con éxitos como La voz dormida, Grupo 7, Carmina o revienta o El mundo es nuestro– puede regresar a niveles de veinte años atrás. “En tres años la ayuda de Cultura ha descendido un 80% , pero hemos seguido rodando”, aseveró Iglesias. Por cada euro que recibimos, aportamos al erario 1,56 euros, y las productoras han multiplicado por 4,57 la inversión. Creamos trabajo y mostramos la cultura andaluza en 120 países de cinco continentes”. Especialmente vehemente se mostró el cineasta Benito Zambrano, quien se preguntaba “cómo no están los políticos aquí dando soluciones, y no nosotros. Si no saben, que se dejen asesorar, pero los que están por arriba, como siempre, están durmiendo, o atontados, o no sé qué cojones pasa. Hemos sido una región abandonada durante siglos, ha costado mucho llegar donde estamos y no podemos retroceder”.
“Como cambian cada cuatro o cinco años, o cambian de consejería, les importa un huevo”, prosiguió el laureado director de La voz dormida. “No han hecho nada por cambiar la idea de que las subvenciones son para vagos, putas y maleantes, pero cualquier otro sector está más favorecido que nosotros. Si son políticos, que sean imaginativos y creativos, que no se limiten a salir en la foto. Que trabajen , o que lo dejen, pero no podemos dejar que lo jodan”. Para el actor Antonio de la Torre “hay algo más en juego, una sociedad libre, no manipulada, que decida su propio futuro”, mientras que su colega José Luis García Pérez aseguró sentirse “traicionado. Uno se va de Andalucía creyendo que la lucha cultural está en el camino correcto, pero me doy cuenta de que el problema empieza aquí, se ha creado un problema que no existía. Tal vez haya que barrer desde dentro para sacar la basura afuera. La única forma de ser andaluz es haciendo cultura andaluza”.
Finalmente, el productor Manuel Gómez Cardeña negó tajantemente que haya una beligerancia del sector hacia Canal Sur (“¿Cómo podemos estar contra quien tiene que apoyarnos?”, se preguntó) y explicó que “esta es una cuestión política y tienen que decidirla los políticos. Pero no hablan nunca con nosotros. Hay un desprecio absoluto hacia el audiovisual andaluz”, dijo. “Pero la Junta no se puede limitar a administrar recursos, sino también saber dónde hay recursos. No se puede dejar la televisión en manos de Presidencia: la Consejería de Cultura, en Consejo de Gobierno, tiene que pegarle un bocado en la cara a quien haga falta para defender lo que nos corresponde”.
