Quien ríe el último, ríe mejor. Los fans de la fantasía andan lógicamente orgullosos por el triunfo masivo de Juego de tronos, la serie de HBO (que además de Canal+ emitirá también Neox) basada en la saga de libros Canción de hielo y fuego de George R.R. Martin. Una ficción literaria observada con displicencia, cuando no ignorada, por el público ajeno a la fantasía, pero cuyas tramas obsesionan ahora al público general.
Habrá quien diga que Juego de tronos es otra cosa: incluso sus propios actores se han prestado a menudo a presentarla como una serie principalmente sobre la humanidad. Pero estamos hablando de una producción cuya tercera temporada, que Canal+ estrena el martes, 9, en España, se anuncia con insistentes imágenes de dragones. Con toda su credibilidad dramática, la serie es fantasía, y su triunfo supone la derrota del realismo, a veces tan sobrevalorado.
George R.R. Martin concibió esta saga como un cruce entre dos géneros que, según él, son hermanos separados al nacer: la ficción histórica y la fantasía. La primera y segunda temporadas de Juego de tronos tradujeron a imágenes los dos primeros libros de la saga. La tercera cubrirá más o menos la mitad del tercero: Tormenta de espadas. Es conveniente que la producción aminore un poco el ritmo de la adaptación, porque, como es sabido, George R.R. Martin puede tomarse su tiempo a la hora de finiquitar cada volumen.
Juego de tronos se desarrolla en el reino de Westeros, un continente dividido en siete subreinos, donde los veranos se cuentan en años, no meses, y los inviernos duran décadas. En el Norte hay una tierra de nadie poblada por criaturas peligrosas; un muro de hielo la separa del resto del país. Los Stark son la familia central y los héroes de todo esto, pero ni ellos mismos se salvan de los tonos oscuros. Los oscuros Lannister se enfrentan a ellos para hacerse con el poder de Westeros. Y, al mismo tiempo, la antigua familia real Targaryen intenta recobrar su trono. El caos está garantizado.
ESQUEMA NARRATIVO Según la crítica estadounidense, la esperada nueva entrega sigue el esquema narrativo de las dos anteriores. En los primeros capítulos, las conversaciones y explicaciones ganan terreno a las breves explosiones de acción, pero pasado el ecuador de la temporada se prevé una escalada del factor explosivo. Sea como sea, la primera secuencia del primer capítulo es escalofriante: Samwell Tarly, abandonado por sus compañeros en la Guardia de la Noche, sufre un momento de caos sobrenatural en mitad de la nieve, acosado por los Caminantes Blancos, seres sobrenaturales que montan caballos muertos y mamuts. Gente de pocos amigos.
Westeros vive los efectos de la acción de la temporada dos; esencialmente, el asedio de Desembarco del Rey por Stannis Baratheon (Stephen Dillane), que hábilmente combatió el enano Tyrion Lannister (Peter Dinklage) con una descarga sorpresa de fuego valyrio. El temible Joffrey (Jack Gleeson), maltratador de mujeres, sigue en el trono. El primer capítulo convence y después todo irá subiendo de intensidad, con sangre, traición, política, brujería...
Y, de verdad, dragones. Sobre todo, dragones. De eso que no falte.
