Hace unos días explotaba el intermediario turco Bayram Tutumlu, que carga contra Manuel Ruiz de Lopera como si de un Notable de toda la vida se tratara. El agente aseguraba que el magnate del Fontanal no tenía ni dinero ni clase ni nada de nada para fichar al checo Ujfalusi, jugador en el que vivamente está interesado el Sevilla. Tutumlu atacó a Lopera en todo lo atacable de forma desaforada.
El motivo, como no, tiene que ver con una comisión. Al parecer, el Betis conoce que el croata Babic queda libre y está deseando salir de Alemania por boca de Tutumlu, que habla con Momparlet del asunto durante algún tiempo. Aunque el intermediario trató de conseguir que el Betis se hiciera con el jugador el pasado mes de enero, para garantizar su participación en la operación, al final Lopera prefirió esperar a que quedase libre. Pese a todo, Tutumlu entendía que se llevaría su comisión por la gestión hecha, pero se quedó sin ella, por eso carga contra el consejero delegado en público y privado y contra Momparlet, sólo en privado. Tutumlu trajo a Poulsen al Sevilla y tiene trato con el mundo del fútbol a raíz de una relación de amistad desde hace muchos años con Johan Cruyff, cuando éste jugaba en el Barcelona. Algunos de los jugadores que llegaron en los últimos años al conjunto catalán fueron con él de por medio.
La unidad de la oposición
Primer gesto de cierto recelo entre los grupos opositores a la gestión de Lopera al frente del Real Betis Balompié. Mientras más de 100 juristas béticos se asociaban formalmente para buscar debajo de las piedras por dónde meterle mano al todavía consejero delegado, los denominados Béticos por el Villamarín, que llevaban años trabajando en ese plano y pagando facturas millonarias de letrados madrileños, no han querido que el caramelo se lo coma otro. Ya la acción no ha sido conjunta y han dado el paso de presentar ante la Fiscalía General del Estado una demanda por delito societario mientras el nuevo grupo bético todavía no ha elebado un informe definitivo sobre la situación. Porque lo que no se queire tampoco es dar un solo paso en falso, porque saben todos que un resbalón en este terreno, una sentencia a favor de Lopera por defectos de fondo o forma, acabaría con buena parte del impulso de los que quieren otra forma de gobernar el Betis.
Difícil lo de ponerle 'apellido'
Una de las posibilidades que se barajan en el seno del consejo de administración del Sevilla para ayudar a la construcción del nuevo estadio sin lastrar más de la cuenta el presupuesto anual para lo verdaderamente importante (el equipo de fútbol) es que un patrocinador quiera añadir el nombre de su marca al del propio estadio. Algo parecido se hace ya en España (Reyno de Navarra y Ono EStadi) y sobre todo en Inglaterra (Reebok, Emyrates...), pero esas empresas pagarían mucho menos dinero por compartir el nombre, porque ellos también tienen sus asesores de márketing y aunque saben que la acción tendría cierta repercusión, con el paso del tiempo, y por la complejidad de un nombre supuestamnete tan largo, en la tradición oral se seguría llamando estadio Ramón Sánchez Pizjuán. No obstante, algo se podría hacer, pero no sería ni mucho menos una cantidad significativa en una obra que el propio presidente cifró en una amplia horquilla que oscila desde los 90 a los 200 millones de euros.
La base de datos
Una de las herramientas que utiliza la dirección deportiva del Sevilla para hacer una primera criba de jugadores que podrían interesar es manejar sus datos contractuales y personales a través de una base de datos que facilita una empresa que se dedica a ello. Esa base la manejan otros grandes equipos de Europa y cuesta al año unos 20.000 euros, bien invertidos porque se descartan muchos viajes gracias a ella.
