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Beata sesión dominical al abrigo de la feria 'La Fe es vida'

el 18 nov 2012 / 20:46 h.

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Una estampa del encuentro 'La Fe es vida'.
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¿Y quién hubiera dicho que Sevilla es esa ciudad mariana que señalan los pregones cuando el sábado un luciferino vendaval de agua azotaba las decenas de beatos stands intalados en la Plaza SanFrancisco? Por fortuna, ayer domingo, Día del Señor, el Altísimo intercedió para que en la Plaza de San Francisco pudiera celebrarse en paz el Año de la Fe en la Feria ‘La Fe es vida', un evento promovido por el Arzobispado de Sevilla en el que un centenar de instituciones religiosas salieron a la calle para dar a conocer la realidad que viven cotidianamente.

Numeroso público se concentraba ayer a primera hora de la tarde alrededor de la exposición Testigos de Esperanza, instalada en el Cabildo Bajo del consistorio. Allí permanecía en exhibición la Cruz de la Nueva Evangelización, realizada con madera de olivo del Monte de los Olivos de Jerusalén y que porta las reliquias de cinco santos y beatos sevillanos contemporáneos: Santa Ángela de la Cruz, beato cardenal Spínola, beato obispo Manuel González, beata Victoria Díaz y beata María de la Purísima. Pero como en esto de la fe también existen sus números 1, era todo lo relacionado conSanta Ángela de la Cruz lo que más motivó a la feligresía. Se trató de una colección de objetos personales que por primera vez salían de la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz: parte de su mobiliario, un capazo donde, en los últimos años de su vida, la santa ayudaba a la comunidad, parte de sus ropas...

También estuvieron en exposición un retrato de juventud, varios manuscritos con sus pensamientos y la cruz que utilizó hasta el final de su vida, con la que murió el 2 de marzo de 1932. La colección de recuerdos de santos producía un cierto vértigo. "Esa máquina de escribir tiene más valor que cualquier cuadro de Velázquez o Murillo", explicaba comparativamente una abuena a su nieto mientras contemplaba con delectación los objetos del beato Marcelo Spínola que habían traído las Esclavas del Divino Corazón de Sevilla. Sus gafas, su reloj, su mitra, la Biblia que usaba... "Ver estas cosas tan de cerca nos hace sentirnos cerca de él y apreciar a partir de lo pequeño la inmensa grandeza de personas como él", argumentaba Sor Elena Díaz ante el ceño fruncido de algún espontáneo poco tocado por la fe que deambulaba entre decenas de estanterías minadas por objetos salidos como de cajones de mesitas de noche.

Los expertos apreciadores de estas piezas, por contra, no tenían suficientes ojos con los que mirar. Que si el alba y solideo del beato Manuel Gonzalez por un lado, que si la paleta de pintura y una fotografía de su promoción en la Escuela de Magisterio de Sevilla de la beata y martir Victoria Díez. "¿Ha tenido algo que ver Zoido con esta muestra?", interpeló feliz una visitante al periodista que tomaba notas. Si algo podía critícarsele a este pequeño fasto católico, era su poco margen a propuestas más distendidas. Si se saturaba uno de admirar objetos personales, el patio de la Fundación Cajasol le esperaba con los brazos abiertos con la exposición Biblia y Cultura.

En su interior, proyecciones de películas cristiniamente aprobadas como Las crónicas de Narnia, La Misión, De dioses y hombres y El Rocío es compartir. Y como colofón y para poner en práctica tanto ardid religioso, la vecina Capilla de San Onofre, sede de la Adoración Eucarística Perpetua, mantuvo permanentemente a Jesús en la Eucarístia para ser adorado convenientemente por todos los visitantes de una muestra en la que, a poco que uno se descuidaba, acababa amablemente secuestrado por un grupo de rezadoras del Rosario.

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