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Berlín aupa a Meryl Streep hasta el Óscar

El festival alemán reconoce su trayectoria artística con un Oso de Oro honorífico.

el 15 feb 2012 / 09:05 h.

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Berlín se ha rendido hoy a África y a la gran Meryl Streep. La protagonista de La Dama de Hierro, donde encarna a Margaret Thatcher, afronta ya la recta final por el Óscar y lo hace en un camino trufado de premios: este año ha tenido que hacer sitio en las vitrinas de su casa a un Gobo de Oro, un premio BAFTA y ahora un Oso de Oro honorífico por toda su carrera.

Meryl Streep está sensacional en La Dama de Hierro, su personaje irradia credibilidad y nos cuesta encontrar sus rasgos tras la ‘máscara' de Margaret Thatcher. Eso sí, sería un error concederle todo el mérito al maquillaje: Streep convence con la mirada, los gestos, los andares y, sobre todo, con ese acento británico digno de la mismísima exprimera ministra.

Desde luego, no es algo nuevo, la actriz norteamericana ha demostrado en más de tres décadas de carrera que no tienes problemas para hablar con acento danés (Memorias de África), australiano (Un Grito en la Oscuridad) o el que se le ponga por delante.

Streep, conocida en Estados Unidos por su activismo político, ha señalado hoy en rueda de prensa que Margaret Thatcher no era precisamente su personaje político favorito, pero que "lo quisiera o no, Thatcher era una feminista muy valiente".

La protagonista de la célebre Memorias de África ha reconocido que se siente "muy honrada" por ser premiada "fuera de su país en el festival más prestigioso del mundo". La actriz ha afirmado también que, para alguien que creció en un pueblo de 5.000 habitantes, todo lo que está viviendo es "un sueño".

El espíritu de Karen Blixen, la protagonista de la película por la que Streep consiguió uno de sus dos Óscar, ha seguido deambulando por la Berlinale con Tabu (Miguel Gomes), la única película portuguesa que pugna por el Oso de Oro. En plena fiebre de The Artist, Tabu apuesta por el blanco y negro y le rinde su propio homenaje al cine mudo.

Dividida en dos partes muy marcadas, la película causa un extraño efecto al filmar en blanco y negro y con formato no panorámico una historia actual. El film nos introduce en los últimos días de una anciana portuguesa, Aurora, que guarda un oscuro pasado que le hace perder la cabeza antes de morir.

La segunda parte, en cambio, transcurre en Cabo Verde y nos lleva hasta la juventud de Aurora. Pasado el ecuador, el aroma de Memorias de África es inevitable y el uso del blanco y negro cobra todo su sentido.

La belleza de los paisajes, el acentuado efecto dramático del blanco y negro y las buenas actuaciones de sus personajes atrapan al espectador hasta el dramático desenlace.

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