Cultura

Bilbao redescubre al Murillo ‘comprometido’

El Museo de Bellas Artes de dicha ciudad inaugura una exposición que visitará Sevilla el 18 de febrero

el 18 oct 2009 / 21:07 h.

'El piojoso' de Murillo.
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La llegada a España de El piojoso, una joya pictórica de Bartolomé Esteban Murillo en el Museo del Louvre, ha marcado el inicio de la exposición más ambiciosa hasta la fecha sobre la primera etapa del pintor barroco sevillano, que se inaugura hoy en el Museo de Bellas Artes de Bilbao y que, coproducida por la Junta de Andalucía, aterrizará en Sevilla el 18 de febrero, días después de la clausura de la mediática exposición sobre los fondos de la Casa de Alba, que actualmente permanece expuesta.

Esta exposición reúne por vez primera 42 obras pertenecientes a la etapa formativa y primera madurez de Murillo. Ofrecerá al público un conjunto inédito de obras de su juventud y, además, contribuirá decisivamente a los estudios sobre el pintor sevillano, pues su etapa inicial, los escasos quince años que van desde 1640 hasta 1655, ha sido hasta este momento muy poco estudiada por los expertos.

Curiosamente, y a pesar de que Murillo fue un pintor muy prolífico, en Sevilla apenas quedan cuadros de su primera época, la que se desarrolló entre 1640 y 1655, sus quince primeros años de producción que, según los expertos, dan la clave de su formación heredera de Velázquez y Herrera el Viejo y sus balbuceos en el Naturalismo como primer lenguaje pictórico. "Se podría decir que estamos hablando de la recuperación histórica del Murillo perdido", según el director del Museo de Bellas Artes de la ciudad, Antonio Álvarez. Durante la Guerra de la Independencia en Sevilla, el mariscal Soult realizó un gravísimo expolio de la cultura barroca presente en la ciudad. Saqueó iglesias y conventos, inventarió el botín en el Real Alcázar -la documentación histórica habla de un recuento de 999 obras- y buena parte de los murillos desaparecieron. Son los que están ahora en los grandes museos del mundo.

En este contexto, Murillo desempeña una pintura de "fuerte conciencia social", con la representación de mendigos, niños harapientos y otros elementos de denuncia de la pobreza y la miseria que asolaba la ciudad en aquella época, antes de encaminar su carrera hacia los encargos religiosos de los principales conventos e iglesias de Sevilla.

De este modo, comisariada por el profesor de la Universidad de Alcalá de Henares Benito Navarrete, la muestra va a reivindicar a un Murillo poco conocido hasta ahora. "Es la primera vez que se demanda a un pintor ideólogo de la conciencia, la justicia social y la atención a los desamparados, intentando practicar una obra en consonacia con los ideales evangélicos de los franciscanos", explica Navarrete, que cree que esta exposición servirá para apartar esa "imagen almibarada" que se tiene de "un pintor de Inmaculadas", imágenes cándidas y angelicales.

Navarrete ha reunido para esta exposición obras comprendidas entre 1640 y 1655. Entre ellas destacan otras piezas claves dispersas por los centros artísticos más importantes del globo, como el Autorretrato de Murillo joven (Nueva York, Estados Unidos. Colección particular), Vieja con gallina y cesta de huevos (Alte Pinakothek, Munich), San Gil en éxtasis ante Gregorio IX, (North Carolina Museum of Art, Realeigh, Estados Unidos), La Sagrada Familia del pajarito (Museo del Prado de Madrid), o el celebérrimo Muchachos comiendo melón y uvas (también de la Alte Pinakothek de Munich).

Esta último forma parte, junto con El piojoso, de la serie de pinturas de Murillo que salieron de Sevilla ya en el siglo XVII. Y es que, mientras que la creencia popular sitúa el fervor coleccionista por Murillo a inicios del XIX, con el saqueo masivo de pinturas del sevillano que perpetraron las tropas napoleónicas en la ciudad, lo cierto es que ya en el XVII, Europa, "y más concretamente los Países Bajos", experimentaron "una locura" con el maestro barroco.

 

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