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Brenes se vuelca con las familias

Más de 2.000 personas acompañaron a los familiares de los cuatro jóvenes de Brenes fallecidos en accidente de tráfico el pasado viernes. La misa, que se celebró en el pabellón cubierto de la localidad, fue oficiada por el vicario general de la Archidiócesis, Francisco Ortiz. Foto: Javier Cuesta.

el 15 sep 2009 / 04:11 h.

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Más de 2.000 personas acompañaron a los familiares de los cuatro jóvenes de Brenes fallecidos en accidente de tráfico el pasado viernes. La misa, que se celebró en el pabellón cubierto de la localidad, fue oficiada por el vicario general de la Archidiócesis, Francisco Ortiz. Es el siniestro más grave ocurrido en la provincia en lo que va de año.

No conocía el pueblo de Brenes una tragedia de tal magnitud. Desde la pasaba madrugada del viernes, en el que se perdieron las vidas de cuatro de sus vecinos más jóvenes, no hay consuelo para nadie. Entre todos los que quisieron acompañar ayer a las familias había muchos como José Carlos, Antonio Manuel, Paco y Antonio. Jóvenes, con ilusiones, con las vidas en pleno despegue, y con madres y padres que se sintieron en la piel de aquéllos que ya no verán más a sus hijos.

"Esto es increíble", pronunció el vicario general en la homilía, y los asistentes al sepelio asintieron con la cabeza. Nadie se lo puede creer aún. Los aplausos a la llegada de los féretros al pabellón cubierto fue la manera con la que los vecinos de este municipio pudieron arropar a unos familiares rotos por el dolor, "desgarrador dolor", asintió Francisco Ortiz, "para el que no hay consuelo".

Uno de los momentos más duros se vivió cuando la hermana de uno de ellos subió al altar efímero para leer las peticiones. Tras ella, también consternado, uno de los chicos que iba en el primer coche que los vio tras el accidente, y que también era de Brenes.

Tras la ceremonia, el párroco de la localidad, Joaquín Reina, sentenció: "Todo el pueblo os está apoyando, no os vamos a dejar solos con vuestro dolor". Y el pabellón volvió a romperse en aplausos.

Ya no habrá más tardes de domingo en la puerta de la Esquina, ni más paseos con las novias, ni más partidos de fútbol, como hacía tangible la camiseta del Brenes Balompié que cubría el féretro de una de las víctimas.

En el pensamiento de todos, principalmente de los más mayores, la misma idea: "Que nadie se olvide de ellos y los recuerden cada vez que se monten en un coche".

En el sepelio estuvieron presentes el delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla, Demetrio Pérez; el vicepresidente de la Diputación Provincial, Francisco Díaz Morillo; y el alcalde de La Rinconada, Francisco Javier Fernández (PSOE). No obstante, el regidor de Brenes, Marcelino Contreras (UPAN), afirmó haber recibido el pésame por teléfono "de los alcaldes de Tocina, Cantillana y Villaverde del Río, entre otros".

Junto a la Guardia Civil y la Policía Local, que dirigieron el tráfico que estuvo colapsado durante más de una hora en el entorno del polideportivo, al pabellón se acercaron tres ambulancias de la Cruz Roja, un equipo de Protección Civil y otro de psicólogos. Estos últimos pasaron por las 400 sillas que el consistorio habilitó en el pabellón pidiendo a los asistentes que guardaran "silencio y no se asustaran si alguno de los familiares tenía que ser atendido".

El alcalde de Brenes se dirigió a los presentes. "Quiero agradecer el comportamiento de todos los vecinos por el respeto y el civismo que han demostrado". El denominador común fue el llanto, pero ante los gritos de dolor de los familiares predominó ese silencio que calmaba de alguna manera. Aunque se produjo un momento especialmente crítico cuando se desmayó el primo de uno de los chicos, pero el aforo ni se inmutó.

Una vez concluida la misa, y por expreso deseo de los familiares, los más de 2.000 asistentes al funeral no se acercaron a dar el pésame a las familias en el pabellón cubierto. A cambio, la gente se arremolinaba en los arcenes de la carretera de San José y en las aceras de la Avenida de Sevilla esperando el tránsito de los cuatro coches fúnebres.

Y tras los féretros, un camión de grandes dimensiones con el remolque lleno de ramos de flores que acompañaba a las víctimas y sus familias hasta el cementerio, donde recibieron cristiana sepultuta en la más estricta intimidad.

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