Caja Granada admitió ayer que mantiene conversaciones con otras entidades con la intención de "crecer" en virtud de la hoja de ruta marcada por su presidente, Antonio Jara, que pasa por respetar como "límites infranqueables" su identidad histórica, su naturaleza social y la lealtad territorial andaluza.
El presidente de Caja Cantabria, Enrique Ambrosio Orizaola, fue quien destapó ayer la operación -que se realizaría a través de un Sistema Institucional de Protección (SIP), más conocido como fusión fría- al anunciar en la asamblea general de su entidad que negocia un acuerdo de integración con Cajastur, Caja Murcia, Caixa de Baleares, Caja Extremadura y Caja Granada, al que se podrían incorporar más entidades. Si se sumaran todas las nombradas por Orizaola, se convertirían en la tercera mayor caja de España.
¿Qué supone esto para el mapa financiero andaluz? En principio, si Caja Extremadura entrara en la operación sería muy difícil que se formalizara una unión entre la extremeña y la sevillana Cajasol, con la que ha mantenido contactos y cuya culminación del proceso se esperaba para este cuatrimestre.
Además, para que Caja Granada pudiera sumarse a la integración anunciada, tendría que obtener el visto bueno de la Junta de Andalucía, que en la última reforma de la Ley de Cajas se reservó la última palabra en uniones que impliquen a entidades de la comunidad.
Según informaron a Efe fuentes de Caja Granada, que eludieron pronunciarse institucionalmente sobre este asunto, que se debería sustanciar en los órganos de gobierno, la entidad mantiene contactos con otras cajas en un momento en el que la mayoría del sector ha entablado conversaciones dadas las dificultades por las que atraviesa el sistema.
Las fuentes señalaron en este contexto que las conversaciones que mantiene Caja Granada se han iniciado a petición de otras entidades, que consideran "atractiva" a la caja andaluza para una posible integración por su nivel mostrado de solvencia y solidez.
Durante la última asamblea general de Caja Granada, celebrada el miércoles pasado, su presidente, Antonio Jara, manifestó que la entidad "no puede ignorar" el "duro" contexto económico actual, "ni mucho menos ausentarse del escenario pensando que tales movimientos no le conciernen", pero remarcó que la situación financiera y patrimonial de la caja le permiten plantearse el futuro "sin graves hipotecas, sin agónicos condicionamientos y, sobre todo, con autonomía a la hora de ejercer su capacidad de decidir".
"Autonomía no significa aislamiento y la libertad para decidir no incluye decidir en soledad", añadió entonces Jara, que abogó por estar atentos y receptivos y, "llegado el caso, proactivos en esta situación", aunque puso como "límites infranqueables" de las "decisiones estratégicas" de la caja la identidad histórica de la entidad, su naturaleza social, lealtad territorial y el respeto a los derechos de sus profesionales.
Si el acuerdo anunciado ayer por el presidente de Caja Cantabria se hace efectivo, lo que podría ocurrir este mismo año, se constituiría en el tercer grupo en cuanto a cajas de ahorros y en uno de los grupos líderes en el global del sistema financiero, por volumen de negocio, fondos propios, beneficios y activos, con más de 150.000 millones de euros.
Las cajas, que se proponen formar un Sistema Institucional de Protección (SIP), la fórmula de alianza elegida, han constituido ya un grupo de trabajo para analizar la posibilidad de firmar un acuerdo inicial que haga posible trabajar después en un protocolo de integración consensuado, según lo manifestado por Orizaola, que subrayó que todavía no está definido "ni siquiera el perímetro" y que las cajas "no han firmado nada" aún.
Viraje anunciado. La entrada de Jara en la presidencia supuso todo un cambio de rumbo en la postura mantenida por su predecesor en el cargo, Antonio Claret García, que durante meses aseguró que la caja granadina no se uniría a otras entidades a pesar del complicado mapa financiero planteado por la crisis.
