Cultura

Calixto Sánchez dice adiós y José de la Mena coge el testigo

El recuerdo a Moraíto Chico presidió la última edición del Festival de Cante Jondo Antonio Mairena

el 04 sep 2011 / 20:01 h.

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Al día siguiente de la decepción del Concurso de Mairena, el pasado sábado, y como suele ser costumbre, se celebró en la Casa Palacio el L Festival de Cante Jondo Antonio Mairena. Se había hablado mucho del escaso interés del cartel de este año, pero hubo una magnífica entrada en lo que fue propiedad de unos duques de Arcos que no tenían mal gusto para vivir. Como suele ser habitual en la cita jonda mairenera, se acercaron aficionados de toda Andalucía, y algunos artistas como Pepa Montes, Pansequito o Diego Clavel.

Climáticamente hablando la noche fue mejor que la del pasado viernes y el ambiente era fenomenal. Impecable organización, luces de ensueño y un buen sonido se aliaron para que los artistas se sintieran a gusto y lo dieran todo. Desde el preámbulo por soleá de Manolo Franco en memoria del llorado Moraíto Chico hasta las tonás de José de la Mena lo que hubo en el escenario mairenero fue de calidad y de una seriedad flamenca importante. Y lo mejor de todo es que este año no ha habido invasión de ediles municipales y aficionados en escena.

El homenaje a Manuel Mairena y Calixto Sánchez se resolvió con unas sencillas palabras del nuevo alcalde, Ricardo Sánchez, y la entrega a ambos artistas de la Medalla de Oro de la Villa de Mairena. El menor de los Mairena no pudo estar presente en el acto y su medalla la recogió su sobrino Antonio Cruz Madroñal.

Calixto Sánchez recogió el galardón muy emocionado y su discurso de agradecimiento, breve, sonó a despedida definitiva: "Ya no voy a cantar más en el Festival de Mairena", dijo. Curiosamente, los aficionados de Mairena no le pidieron que no se fuera del cante: hubo un silencio sobrecogedor. Solo se escuchó a uno decirle, en el tono de la Paquera: "Calixto, jártamos de cante", con ese dejillo tan característico de los lugareños. Y el maestro, que está de voz más sano que una pera, los jartó.

El primero en cantar fue el extremen Pedro Cintas, ganador del concurso de aficionados del pasado año, contratado en esta ocasión como figura. Estuvo hablador, pero se entregó por completo ayudado por el gran guitarrista sevillano Manolo Franco.

Es un cantaor calixtero, o sea, seguidor del estilo de Calixto Sánchez. Recuerda mucho al Calixto de hace treinta años, como quedó claro en sus alegrías y seguiriyas, con un valiente remate de Junquera. Sin embargo, en las bulerías eligió un ritmo muy machacón y convenció menos. A pesar de sus baladros y escaso control sobre volumen de su voz, es un cantaor con muchas posibilidades.

Tras el discípulo, cantó el maestro. Calixto apareció en el escenario con aspecto serio y la guitarra de Eduardo Rebollar. Sabía que era su última actuación en el festival de su pueblo y de su vida, y cantó con temple, sin arriesgar mucho, con sabiduría y mucho talento. Cantes por soleá de Alcalá y Cádiz, estilos levantinos, sus funéreas seguiriyas y la inevitable bulería de La Manolita le sirvieron para que sus paisanos le despidieran puestos en pie.

Si es verdad que Calixto I de Mairena se va definitivamente del cante, lo jondo pierde a un verdadero maestro. Lo es también, pero en el baile, el alcalareño Javier Barón. Ya no es el bailaor ágil y brillante que ganó el Giraldillo -tenía veintitrés años menos-, pero ha ganado en maestría y ha sabido crear su propio estilo de bailar lo jondo. Trajo a Mairena un espectáculo muy sobrio y, por supuesto, de un corte muy flamenco. Y con dos grandes cantaores atrás, Juan José Amador y Miguel Ortega; la maestría en la guitarra de Javier Patino y el apoyo de los bailaores David Pérez y El Choro. Javier es ya, sin duda, el bailaor de Mairena.

Ahora que se va Calixto, el cantaor de Mairena es José de la Mena. Llevaba muchos años sin cantar en el festival de su pueblo, que ha sido su escuela de cante. Sabía que era una gran oportunidad para él y supo aprovecharla muy bien con el guitarrista Eduardo Rebollar como conductor de su voz. De la Mena es un cantaor templado, de voz natural y unos conocimientos muy importantes. Es de la escuela mairenera y lo lleva  a gala, pero no es un mero imitador.

José aborda con la misma actitud unas malagueñas de Chacón y La Trini, que unas soleares de Alcalá o la cabal de Silverio Franconeti (Ábrase la tierra), cante con el que culminó sus estupendas seguiriyas. Podría haberse ido ya como triunfador de la noche en lo que a cante se refiere, pero, a pesar de ser consciente de que estaba en el templo de la seguiriya, quiso despedirse por fandangos de la ópera flamenca con evocaciones a Cascabel de Mairena, Chocolate y El Carbonero. Y por primera vez en  la noche se escucharon fuertes aplausos y muchos olés.

La Macanita puso el broche final acordándose toda la noche de Moraíto Chico, emocionada, empapando de emoción y de vino de solera sus soleares, tientos-tangos, malagueñas y bulerías, con un fantástico Manuel Parrilla a la guitarra y el trío del compás jerezano: Gregorio Fernández, El Chícharo y El Macano.

La clásica ronda por tonás cerró una noche flamenca demasiado larga, de impecable organización y momentos artísticos de indudable importancia que, seguramente, se quedarán para siempre en nuestra memoria de aficionado.

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