Ayer fue noticia de nuevo la Alameda, con motivo de la ubicación definitiva del monumento a Manolo Caracol que se encontraba en el centro cívico Las Sirenas, a la espera de su traslado. Monumento poderoso, por cierto, como lo fue Caracol en el flamenco. Y el acto ha representado un paso más de lo que en su día se pretendía fuera esa plaza de Sevilla. Cualquier guiño que se le siga haciendo demostrará que no sólo se trataba de una obra sin más, sino que se sigue aderezando con toques que realzan aún más el proyecto.
Y el tiempo ha demostrado, que los verdaderos ganadores con lo que se ha hecho en la Alameda son sus propietarios, los sevillanos, los que pedían poder disfrutar de un espacio que se había ido degradando de una manera notable. No hay más que pasarse por allí para ver la cantidad de familias que ahora hacen lo que antes no podían. Pasear. No hay mejor duende en una mañana o en una tarde noche de primavera. Y Caracol, de testigo.
Periodistaç
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