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Casuchas por los márgenes del planeta

Me alejo de Hururu Park para perderme por los suburbios. Al cabo de unos minutos, soy el único blanco entre un mar de gente que abarrota las calles. De una furgoneta sale alguien gritando "¡Kasarani! ¡Kasarani!".

el 14 sep 2009 / 22:18 h.

Me alejo de Hururu Park para perderme por los suburbios. Al cabo de unos minutos, soy el único blanco entre un mar de gente que abarrota las calles. De una furgoneta sale alguien gritando "¡Kasarani! ¡Kasarani!". Por 45 chelines keniatas (medio euro) comparto el interior hacinado. Los márgenes de la carretera están sembrados, barracones, casuchas, puestos de verdura en el suelo. En otra parte de la ciudad, imponentes mansiones de embajadas y élite europea. La desigualdad es asfixiante. Estamos en Nairobi. La familia que me recibe lleva a sus hijos a la universidad inglesa.

Ya no hablan suahiri ni se entienden con los criados kikuyu. Los ingleses supieron dejar Kenia como el resto de sus ex-colonias: un profundo y calculado desequilibrio de poder entre etnias. Y estalló. Cada ex colonia lo hace periódicamente, si bien a veces necesita ayuda. Los oprimidos almacenan tensión.

Los opresores, miedo. El desequilibrio no sabe hacer otra cosa que daño. La mancha de tensión llega a Europa. Y, ¿no es miedo lo que sentimos? No hay más solución que romper los desequilibrios, repartiendo el poder que jamás tuvo que estar almacenado.

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