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Cavendish suma la tercera en una jornada marcada por el 'pinganillo'

El británico Mark Cavendish, del Columbia, ya tiene su triplete en el Tour de Francia después de alzar los brazos victoriosos en la décima etapa, una jornada lenta, con los corredores en huelga de pedales caídos por la decisión de la UCI de eliminar con fines experimentales los auriculares de enlace con el coche del director.

el 16 sep 2009 / 05:43 h.

El británico Mark Cavendish, del Columbia, ya tiene su triplete en el Tour de Francia después de alzar los brazos victoriosos en la décima etapa, una jornada lenta, con los corredores en huelga de pedales caídos por la decisión de la UCI de eliminar con fines experimentales los auriculares de enlace con el coche del director.

Cavendish, de 24 años, volvió a mostrarse implacable al sprint y ganó con la facilidad que le caracteriza, por delante del noruego Hushovd (Cervélo) y del estadounidense Farrar (Garmin), espectadores de excepción en la lección del corredor de la Isla de Man. El español José Joaquín Rojas (Caisse d'Epargne) volvió a meterse en la pomada.

La fiesta nacional francesa se extendió a todo el pelotón, que cortó otra página del almanaque camino de los Alpes. La general no sufrió alteración alguna, con el italiano Rinaldo Nocentini (Ag2r) de amarillo, Contador tras sus pasos a 6 segundos y Lance Armstrong tercero a 8.

Finalmente, y después de una agria discusión de la mayoría de los equipos con la organización, los corredores salieron sin auriculares, conocidos en el argot ciclista como pinganillos, esos instrumentos que se colocan en los oídos para recibir órdenes desde el coche del director. "Imprescindibles para la seguridad", según los ciclistas, "nocivos para el interés y la espontaneidad de la carrera", según los mandamases del Tour, que contaron con el beneplácito de la UCI para realizar el experimento.

Una huelga encubierta montada por los corredores en la antesala de la salida en Limoges, más que previsible. Se formaron grupitos de debate y en un momento los ciclistas acordaron dar licencia a los equipos franceses. Así, de salida abrieron la etapa tres galos: Vaugrenard (Française), Dumoulin (Cofidis) y Hupond (Skil). Se añadió a la farsa el ruso Ignatiev, del Katusha. Aventura condenada al fracaso que lo único que aportó de interés fue el jolgorio del público al paso de la carrera por los pueblos de la región del Lemosín.

El pacto entre caballeros rodantes incluía que los equipos de los sprinters podían preparar la llegada masiva. Incluso los guepardos podrían disputar la victoria. Una victoria en el Tour tampoco se rifa con boletos de feria.

El trabajo de persecución corrió a cargo del Liquigas de Bennati y el Milram de Ciolek, que hizo diana a mil metros de la meta inédita de Issoudun. Fin de la fuga del 14 de julio, ahí terminó el sueño del cuarteto.

del caracol al ave. El desenlace se discutió a alta velocidad. Del caracol al AVE. El Columbia tomó el mando. Puso a tres hombres en cabeza, apareció Cavendish a 300 metros y se terminó el debate. El triplete para el británico. Sin pinganillo ganó de nuevo a lo campeón. Como siempre. Y se quedó a una sola victoria de igualar las cuatro de la temporada pasada. Cuestión de pocas horas.

A pesar del ritmo caribeño instaurado en la jornada, 40 kilómetros por hora de media, algunos corredores se despistaron, como por ejemplo Haimar Zubeldia y Levi Leipheimer, dos de los hombres del Astana, que llegaron a 15 segundos del grupo cabecero. El estadounidense cae del cuarto al quinto puesto de la general. Son los problemas que ocurren por no llevar pinganillo.

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