Chávez, de 56 años y cuya figura carismática volvió a centrar la campaña, no ha escatimado en repetir que las fuerzas "revolucionarias" deben triunfar, y "por paliza", para "mantener la hegemonía" en la Asamblea. Esta campaña, en un país donde se han celebrado una decena de consultas en los últimos 11 años, se ha desarrollado en medio de la crispación y polarización políticas que marcan a Venezuela desde que Chávez asumió el poder.
Tan sólo un puñado de diputados de los partidos minoritarios Patria Para Todos (PPT) y Podemos, ex aliados del "chavismo", actúan ahora como opositores en el Parlamento unicameral. En esta ocasión, una veintena de formaciones políticas y asociaciones civiles contrarias al "proceso revolucionario" de Chávez se ha unido para concurrir a las urnas en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Los analistas coinciden en que las fuerzas oficialistas concentradas en el PSUV y en su aliado Partido Comunista de Venezuela (PCV) obtendrán la mayoría parlamentaria en los comicios. La duda está en si alcanzarán los dos tercios de los 165 escaños exigidos por el "comandante presidente", como llaman a Chávez sus correligionarios, 110 diputados necesarios para controlar la Cámara.
Tanto la firma encuestadora GIS XXI, dirigida por el ex ministro chavista Jesse Chacón, como un sondeo de la firma privada Datanálisis dan al PSUV el 52% de los votos, que se traduciría en 110 escaños, frente al 48% de la oposición. No obstante, el director de Datanálisis, Luis Vicente León, augura que "cualquier cosa puede pasar" porque los indecisos conforman cerca del 37% del electorado.
En sus mítines, Chávez ha planteado estas legislativas como la antesala de las presidenciales de 2012, para las que ya se ha postulado como candidato a una tercera reelección, y ha defendido que sin la mayoría de la Asamblea el proceso de cambios "comenzaría a desmoronarse".