Cultura

Chispazos energéticos

Crónica del concierto que el Grupo Amores ha ofrecido en el Teatro Central dentro del Ciclo de música contemporánea.

el 07 abr 2010 / 20:47 h.

Si hay un instrumento que caracterice mejor que ningún otro la música del siglo XX ese es la percusión. Por eso nunca debería faltar en el Ciclo de música contemporánea del Central ningún año un ensemble consagrado a estos instrumentos. Si en 2009 lo visitaron Los Percusionistas de Estrasburgo con un programa carente de todo interés, este ha sido el valenciano Grupo Amores el encargado de poner la nota percutiva.

No obstante, y aunque la altura interpretativa fue del máximo nivel, las obras elegidas bien podrían haber sido otras. ¿Qué es eso de una versión propia de Okho, de Iannis Xenakis? ¿A qué justificación obedece tocarla con bombos en vez de con los djembes solicitados por el compositor? Se perdió así gran parte de su encanto sonoro por mas que los miembros de Amores la ejecutaron con total convicción, coordinación y con una sencilla pero correcta puesta en escena.

Con Stockhausen se vivieron momentos mágicos. Ojalá Amores pueda presentarnos alguna vez la obra zodiacal Tierkreis en su integridad, y no una selección de tres números. La percusión, junto con las cajas de música, es el ámbito adecuado para el desarrollo de esta pieza que se mueve en el terreno de la ensoñación. La versión de los valencianos es, de lejos, una de las más hermosas que ha conocido una partitura que no demanda ni la exageración con la que la abordan algunos grupos ni la concreción severa de otros solistas.

Programar a Frank Zappa no deja de ser una concesión al público joven. La música del rockero, más allá de su aparato rítmico, no tiene interés. La Suite Zappa que ofrecieron -un invento de Amores- funciona bien, tiene chispazos de energía (duelo de marimbas, teclado midi) pero en otros da la sensación de estar asistiendo a un híbrido inconexo que tanto suena a Zappa como a Pink Floyd o Pat Metheny.

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