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Cinco años de obras para dar lustre a la Fábrica de Tabacos

El traslado de Derecho a Viapol ha despejado el camino a la Hispalense, que ahora se enfrenta al que será el mayor reto arquitectónico de su historia: la recuperación de la Fábrica de Tabacos. En cinco años de obras y con un presupuesto que rondará los 50 millones, la Universidad se dispone a devolverle la dignidad a un edificio vapuleado por la masificación estudiantil.

el 16 sep 2009 / 00:00 h.

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El traslado de Derecho a Viapol ha despejado el camino a la Hispalense, que ahora se enfrenta al que será el mayor reto arquitectónico de su historia: la recuperación de la Fábrica de Tabacos. En cinco años de obras y con un presupuesto que rondará los 50 millones, la Universidad se dispone a devolverle la dignidad a un edificio vapuleado por la masificación estudiantil de la década de los noventa.

Sesenta años después de que la Fábrica de Tabacos fuera definitivamente adaptada como sede principal de la Universidad de Sevilla, el edificio civil del siglo XVIII más grande de España se dispone a recuperar "sus valores históricos y arquitectónicos", según se recoge en el plan director de remodelación del inmueble.

El Vicerrectorado de Infraestructuras ya ha consesuado las actuaciones con las facultades afectadas por las obras: Geografía e Historia, Filología y Filosofía (que se mudará a San Fernando desde Viapol). El primer borrador del plan director data de hace dos años, cuando el entonces rector Miguel Florencio y el vicerrector de Infraestructuras Joaquín Luque (hoy máximo responsable de la Hispalense) cifraron el coste de las obras en 30 millones y el plazo de ejecución en tres años, tal y como adelantó entonces este periódico.

Hoy, dos años después, el presupuesto se cifra en torno a 50 millones de euros y el fin de los trabajos se fija para 2013. Es decir, tan sólo cinco años de obras, porque si se tira de los libros de Historia salen a relucir detalles que permiten poner en valor la actuación que ahora se va a acometer.

Un poco de historia. En la construcción de este Bien de Interés Cultural (BIC) se invirtieron 50 años y 38 millones de reales de bellón, una cifra muy por encima de lo que se presupuestó en un principio (1,200 millones de reales de bellón).

La Fábrica de Tabacos actual es una ampliación de la primera que existió en Sevilla, en la Plaza de San Pedro. La ubicación era "extremadamente delicada, ya que había un riesgo enorme de incendios por las técnicas usadas para manipular las hojas de tabaco", explica el responsable de Infraestructuras de la Hispalense, el catedrático Antonio Ramírez de Arellano. En torno a 1720 se decidió construir una nueva fábrica, entonces en un solar extramuros, junto al arroyo Tagarete. Se trataba de una construcción muy racional, con espacios diáfanos y encalados. Es decir, "nada de romanticismo", apostilla Ramírez de Arellano.

Tuvieron que pasar más de dos siglos para que el edificio empezara a sufrir una de sus primeras mutaciones con el fin de adaptarlo a sede académica. En los años 50, la Universidad de Sevilla hacía las maletas y se marchaba de la calle Laraña, donde la sede se había quedado pequeña. Pero las máquinas de la Fábrica no se irían del todo hasta 1962.

La adaptación del edificio a sede universitaria se dilató la friolera de 22 años (desde 1950 a 1972). Lo primero que se mudó -con las obras a medio hacer- fue Derecho. Se instaló en el ala que da a la Avenida del Cid (más conocida como El caballo). Como eran tres las facultades que se iban a ubicar allí (además de Derecho, la Facultad de Ciencias y la de Filosofía y Letras), fueron tres los arquitectos encargados de las obras: Antonio Illanes, Antonio Delgado Roig y Alberto Balbontín. El primero abandonó el proyecto por "discrepancias irreconciliables".

Por tanto, se harían cargo de la remodelación Balbontín y Delgado Roig. Para cuando ambos arquitectos terminaron la adaptación (1972), a la Fábrica de Tabacos se le saltaron las costuras y hubo ya estudiantes de Ciencias que pusieron rumbo al campus de Reina Mercedes.

Lo peor para el edificio estaba por llegar. La masificación de la década de los noventa, cuando en la Fábrica de Tabacos había en torno a 20.000 estudiantes y 800 profesores, obligó a introducir "añadidos desafortunados", dice suavemente el plan director, firmado por el arquitecto de la Universidad, Miguel González Vílchez. Auténticas atrocidades, reconocen los expertos. Para ganar espacios se construyeron plantas nuevas que rompieron la altura de los majestuosos techos. Se habilitaron así más despachos. Más que despachos, gallineros...

La remodelación que plantea la Universidad supondrá devolverle al edificio su "carácter de BIC", defiende el vicerrector de Infraestructuras. Groso modo, "se pretende liberar al edificio de añadidos desafortunados que desvirtúan la lectura de su lenguaje arquitectónico, al tiempo que se mejorará la circulación y se hará más inmediata la interpretación arquitectónica de sus orígenes y de su adaptación a edificio universitario", recoge el plan director.

En román paladino: se demolerán entreplantas recuperando los primitivos espacios abovedados, se tirarán las alas construidas en lo que antes eran pasillos y, por tanto, se recuperarán galerías de circulación de norte a sur y de este a oeste. Amén de dotar al edificio de unas medidas de seguridad que ahora son inexistentes, así como se adaptará a las necesidades especiales de los discapacitados (por ejemplo se instalarán ascensores).

Todas estas intervenciones se harán por fases de aquí a 2013, aunque "el reloj está controlado en este caso por la Comisión de Patrimonio", aclara Ramírez de Arellano. La primera de ellas no obstante ya ha comenzado. Se concentra en el ala ocupada hasta hace dos meses por Derecho. Se han empezado a desmontar estructuras ligeras, y la semana que viene se pedirá licencia para acometer la obra del futuro comedor, donde antes estaba la cafetería de Derecho. Tendrá capacidad para 200 personas y podría estar funcionando a finales de este año.

A esta zona podría mudarse "en principio" Filología en el verano de 2011. La segunda fase se centraría en la antigua Facultad de Ciencias, a la que se trasladaría Filosofía en 2013 y, por último, arrancarían las obras en el ala oeste, ocupada por Geografía.

En grandes líneas, la distribución será la que sigue. Los despachos se repartirán por el perímetro del inmueble y las aulas en el corazón del mismo. Porque no habrá aulas propias para cada centro sino un aulario compartido, cuya capacidad oscila entre los 30 y los 150 alumnos. La biblioteca central y la de los departamentos se fusionarán en una gran biblioteca de Humanidades en la esquina noroeste.

El ala noble del edificio, donde están los servicios administrativos del Rectorado, sufre pocas variaciones. La intervención también será aprovechada para "musealizar" algunos de los corredores del inmueble, en los que se expondrán colecciones de arte -debidamente aseguradas-. Estas zonas estarían abiertas al público. No se descarta habilitar un espacio de acceso más restringido e incluso un centro de interpretación sobre la Fábrica.

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