Lo que debían ser seis meses de éxitos y protagonismo en el primer plano internacional del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se están convirtiendo en un auténtico fiasco, en un paso atrás -o dos- en su ya de por sí escasa relevancia internacional y, seguramente, en una causa más para sacar los colores a un Gobierno que no ha sabido aprovechar una excelente oportunidad para abrirse un hueco en la primera fila de la política internacional.
La devaluada Presidencia española de turno de la Unión Europea sufrió ayer otro gran revés que vuelve a dejar claro la escasa relevancia. Fue el propio Ejecutivo el que confirmó el aplazamiento de la que era otra de las grandes cita de su presidencia y en la que España aspiraba a liderar un histórico acuerdo por la paz entre israelíes y palestinos. La cumbre del Mediterráneo, programada para el 7 de junio, se trasladó a noviembre por la necesidad de "dar tiempo" a que el proceso de paz entre israelíes y palestinos pueda avanzar.
Y lo que es más grave. Todo esto ocurre justo cuando el Gobierno se ha visto obligado a anunciar una batería de medidas anticrisis demasiado impopulares y cuando en Europa el mayor logro que puede vender es la cumbre con Latinoamérica y Centroamérica, a la que han faltado más de 20 líderes, pero que ha permitido sellar el primer acuerdo de asociación de la UE. Pero esta no es la primera anulación. Otro de los actos que estaban llamados a catapultar a Zapatero durante la Presidencia era la cumbre con EEUU, que también se canceló ante la ausencia de Barack Obama. Ya tan sólo queda un mes, menos mal.
