La explosión del taller de carga más pequeño de la fábrica, situada en la carretera del cementerio, provocó en torno a las 13.00 horas de esa fatídica jornada la muerte de los cuatro trabajadores de la empresa, uno de ellos uno de los propietarios, mientras que el quinto, un amigo de los anteriores y que se había acercado hasta allí en bicicleta, resultó herido de gravedad y era el que se encontraba ingresado en el área de quemados del hospital Virgen del Rocío, falleciendo poco después.
Los cuerpos de dos de ellos fueron dispersados a causa de la fuerte explosión en los alrededores de las instalaciones siniestradas. La parte de la entrada de la fábrica quedó destrozada y también se vio afectado un segundo módulo, que no tenía material pirotécnico dentro. El suceso obligó a intervenir a cuatro vehículos de la Empresa Pública de Emergencia Sanitaria (EPES), los efectivos de cuatro parques de bomberos de la provincia, la Guardia Civil, con 15 patrullas y 34 agentes, la Policía Local... La urgencia estaba enfocada a evitar que la explosión se trasladara a otros módulos o a la otra pirotecnia del pueblo, Nuestra Señora del Rosario, justo al lado.
Había un precedente igualmente dramático: el 27 de abril de 1989 en la Pirotecnia Andaluza, en el vecino Umbrete, una explosión acabó con las vidas del propietario y de sus hijos, así como de un trabajador.