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Como el Morientes del Mónaco

Koné, un jugador que pertenece al Sevilla, fue clave en un partido que complica las opciones nervionenses de entrar en Europa.

el 21 abr 2012 / 22:45 h.

En los cuartos de final de la Champions League de 2004, el Real Madrid de los ‘galácticos' fue eliminado por el Mónaco, un clásico de la competición por esa época y que ahora milita en la Ligue-2 francesa. En aquella eliminatoria hubo un nombre propio, el de Fernando Morientes, que actuaba en el equipo monegasco en calidad de cedido por el equipo blanco. El cacereño hizo un gol en la ida y otro en la vuelta y fue pieza clave en una de las primeras decepciones merengues en su cansina búsqueda de la ‘décima'.

A raíz de aquello, el Madrid puso de moda unas cláusulas que impedían a los cedidos jugar ante su club de origen salvo contraprestación económica, fórmula que ha sido copiada y revisada por todos, incluido el Sevilla.

Sin embargo, la dirección deportiva sevillista se enfrentaba este verano a un hueso. Al que fuera el fichaje más caro del Sevilla en su momento, un tal Arouna Koné, no le quería nadie pese a haber sido ofrecido a medio mundo y a casi toda la Liga española. Al final, el primo que se lo quedó fue el Levante, aunque a cambio de aceptar semejante muerto se aseguró una serie de contraprestaciones. "De prohibiciones nada de nada y, de paso, pagad buena parte de la ficha -un 80% según apuntan desde Valencia- que yo no puedo".

El Sevilla firmó sin demora, seguro de haber endosado un regalito y haberse quitado un problema de encima en el último año de contrato de un tipo cuyo trabajo era meter goles, pero sin embargo parecía negado para ello. Y ni hablar de su propensión a lesionarse.

Koné hizo su segundo gol en el Sánchez Pizjuán, tres años y medio después de aquel cabezazo impecable con el que batió a Kameni en un gol que, a la postre y para colmo, ni sirvió para puntuar. Ese fue su único tanto como sevillista. Vistiendo la camiseta del Sevilla para ser más exactos.

Ayer ayudó a que el equipo en el que juega siga muy cerca de Europa y, a su vez, complicó las opciones del club al que pertenece y al que perdonó en varias ocasiones. Koné fue el alfa y omega en su día más especial. Mientras tanto, Babá Diawara lo miraba todo calentando banquillo.

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