Local

Cómo vivir viajando

Eduardo Fernández ya se ha recorrido medio mundo con la mochila a cuestas. Próximo destino, la Antártida.

el 16 sep 2009 / 08:16 h.

TAGS:

De Tanzania a Canadá, de Canadá a Marruecos? Eduardo Fernández Agüera, periodista de 37 años oriundo de Coria del Río, puede presumir de ser uno de los pocos ciudadanos del mundo, de esos auténticos cuya casa está donde esté lo desconocido.

Movido por la curiosidad se lanzó a los 16 años a conocer tierras distintas. Desde los viajes a Zaragoza que hacía con sus padres cuando era niño hasta las rutas que le llevan hoy al otro lado del mundo han pasado algunos años, los necesarios para convertirse en todo un referente para los amantes de la aventura.

En su currículo se acumulan destinos como Egipto, México, África, Estados Unidos, y la mayoría de los países del continente europeo. Vital y curioso, el sevillano no para quieto ni un segundo, y casi recién aterrizado de su último viaje, Egipto, ya tiene todo prácticamente listo para el próximo, la Antártida. Ambos destinos forman parte del proyecto 3D+A Challenge, una idea del propio Eduardo que consiste en atravesar corriendo varios desiertos del planeta entrando en contacto con las culturas locales. "Me encanta conocer otros entornos, otra gente, otras costumbres", comenta el periodista. A diferencia de las personas normales, esas con horario de trabajo fijo, de entrada a las 9 y salida a las 15.00 horas (y eso en verano, con jornada reducida), cuya única opción de conocer mundo la tienen en las escasas vacaciones de verano, o en las escapadas exprés de los fin de semanas, Eduardo ha hecho de su vida su profesión, y le pagan por la que es la mayor de sus pasiones: recorrer el mundo.

¿Si le propusieran hacer 261 Km. a pie y en solitario por el Valle del Nilo y el Desierto Occidental que diría? No hace falta que conteste. Es evidente que los acostumbrados a girar el grifo de la ducha a la izquierda para que salga agua caliente sin preguntarnos el por qué de tan majestuoso milagro no podríamos recorrer ni un metro en tierras extrañas sin alguien al lado que nos guíe o nos ayude en caso de necesitarlo. Pero Eduardo sí puede, y de hecho lo hizo. Once días de travesía que lo ayudaron a "relativizar los valores", porque a veces "conocer la miseria ayuda a valorar lo que tenemos, a ser generosos y no egoístas", explica el sevillano.

Reconocido por el mismo como un "glotón", el Marco Polo de Coria del Río ha vivido todo tipo de experiencias: "Estando una vez en Yukón, Canadá", cuenta, "participé en una travesía de 300 millas con - 43 grados de temperatura y corrí el riesgo de sufrir congelaciones". Una aventurero de corazón sabe que esos momentos pueden llegar y los afronta con la mayor valentía posible, sobre todo porque ese tipo de vida también le da buenos momentos como el que vivió en medio de la selva de Yucatán, donde se lanzaron "desnudos al río al grito de Tarzán gracias a una extraña bebida llamada Posh que nos ofrecieron unos indígenas", relata nostálgico Eduardo.

El asiento trasero del Citroën GS en el que viajaba entre cojines a Zaragoza cuando era niño ha sido sustituido por aviones, camionetas colectivas en medios rurales, trenes, autobuses e incluso sus propios pies. Así a pie es cómo piensa recorrer la Antártida y hacer, ya en Andalucía y ayudado por una piragua, el descenso completo del Guadalquivir, de nacimiento a desembocadura. Al ver la vida de Eduardo y sus planes de futuro más de uno sentirá una envidia -sana, por supuesto- en lo más íntimo de su ser. No se preocupe, nunca es tarde para seguir los pasos de los más osados y hacer de la propia vida toda una aventura. Si el mundo es de los audaces aún estamos a tiempo de hacerlo también nuestro.

  • 1