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Coria, a las puertas del cielo

"Mi camino no es camino si no paso por tu pueblo". Coria le dedicó las sevillanas más bonitas a Villamanrique porque, como decía Fernando Hachilla, un peregrino coriano, el paso por los porches "es muy especial, por importante para nosotros".

el 15 sep 2009 / 04:31 h.

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"Mi camino no es camino si no paso por tu pueblo". Coria le dedicó las sevillanas más bonitas a Villamanrique porque, como decía Fernando Hachilla, un peregrino coriano, el paso por los porches "es muy especial, por importante para nosotros".

Otro día señalado fue el de ayer el vivido por la hermandad de Coria y por los miles de rocieros que ayer se presentaron, junto a los 24 simpecados, ante la corporación más antigua y en el día más intenso de los que Villamanrique dedica al paso de las hermandades, que no por casualidad está declarada Fiesta de Interés Turístico de Andalucía.

Coria llegaba tarde, dos horas casi, pero no importaba. Nadie se había movido de la plaza de España ni de las calles aledañas. Isabel Bernal y su marido seguían sentados en la acera del frente de la iglesia, donde hace el escalón, protegidos del sol por el paraguas que traían para la lluvia, pero eso sí, ya con su bocadillo comido. "Otros años han venido amigos nuestros y nos decían que esto era muy bonito, así que éste nos hemos animado. Y es verdad. Es precioso", comentaba emocionada. Isabel había llegado en uno de los tres autobuses que habían salido de su pueblo, El Coronil, en dirección a Villamanrique.

No eran los únicos. Diego Bermejo, manriqueño de pro, subrayó que ayer recibieron 22 autobuses llenos de personas deseosas de conocer este paso de hermandades o de repetir la experiencia.

También muchos corianos llegaron en sus coches y se acercaron al Pozo Amores para esperar a su Simpecado y subir caminando, como los más de mil peregrinos de su pueblo, la calle Sor María del Sol y vivir uno de esos momentos que se graban en la retina y el corazón.

"Por más cambios que hagan a estos escalones, volveremos a cantarte cada primavera", insistía Coria, cantando al unísono ante una plaza enmudecida, entregada a la devoción de los rocieros de la octava filial. Y es verdad, los porches han cambiado y la sevillana que le dedicaban a los cinco escalones ya se ha adaptado a los siete nuevos, pero parece que se suben con más facilidad. Francisco Díaz Jiménez, Francisco Pajito para su pueblo, carretero manriqueño, habla con conocimiento de causa. Tiene 74 años y ha llegado a llevar el mismo año on-ce simpecados. Este año sólo tiene esta responsabilidad con Fuengirola e Isla Mayor. Sus chavales se encargan de hacer todo el camino, pero la subida de los porches es cosa suya. Pese a la experiencia, lo confiesa, se pone "muy nervioso. Y no es que sea difícil, pero es lo más difícil del camino". Eso sí, asegura, "estos porches se suben igual que antes, sólo depende la yunta que lleves".

"Por tu fe y por tu gente pierdo el sentido. Y por ser la primera en el Rocío", cantaba el coro de Coria a Villamanrique. La carreta ya estaba abajo, ya había subido a los porches, ya los había pisado y los había bajado, y los corianos habían compartido la salve con los manriqueños.

Los romeros batían palmas al compás, casi como si fueran a saltar la reja, y gritaban "¡Coria, Coria, Coria!", y se le unió todo el pueblo. El sentimiento era unánime: estaban "a las puertas del cielo".

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