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Cuando la muerte da la mano a la vida

La autopsia define las causas de un fallecimiento, pero también diagnostica enfermedades y aporta datos para avanzar en su investigación.

el 21 ago 2011 / 19:39 h.

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La mesa está repleta de huesos de animales. Al fondo, el esqueleto del único hombre que no ha podido ser identificado, pese a tener una prótesis en la mandíbula, como se ve en la foto detalle.

Un cierto escalofrío recorre el cuerpo cuando se cruza las puertas del Servicio de Patología Forense (más conocido como Instituto Anatómico Forense). Hablar de autopsias y cadáveres no resulta un plato de buen gusto para el común de los mortales que, además, asocian el trabajo de estos forenses a la imagen distorsionada de las series norteamericanas. Lo que pocos conocen es que la labor de estos especialistas va más allá de examinar un cadáver: ellos logran arrancarle a la muerte, una esperanza para los vivos.

La autopsia no sólo es analizar el exterior y el interior de un cadáver para dar con los motivos que provocaron su fallecimiento. "Si sólo fuera eso no podríamos continuar trabajando en esto, hay que buscar algo positivo", explica el director del Servicio de Patología Forense , Joaquín Lucena. "Este es el lugar donde la muerte se alegra de ayudar a la vida", dice el doctor recordando a frase que luce en el Teatro de la Anatomía de Padua, Italia. A lo que se refiere Lucena es a la intensa labor de investigación que los médicos forenses llevan a cabo y que comparten con profesionales de hospitales como el Virgen Macarena, y que han permitido cambiar algunos protocolos de Urgencia.

"Hacemos un trabajo que repercute en mejoras para la Sanidad de todos los andaluces", aclara. Y es que gracias a las 950 autopsias que este servicio realiza cada año se están diagnosticando patologías que pasan inadvertidas cuando las personas están vivas. Uno de estos trabajos se ha plasmado en un estudio sobre la muerte súbita en la provincia en personas de entre un año y 35 años, que recoge 136 casos. Así, han podido llegar a conclusiones como que la enfermedad cardiaca que mata a más jóvenes es la arteriosclerosis coronaria, es decir, la acumulación de lípidos en una arteria.

La genética es otro de los campos beneficiados, pues "detectamos muchas patologías hereditarias", dice Lucena. En estos casos, la labor de los forenses no se limita a la autopsia, sino que mantiene reuniones con los familiares del fallecido para advertirles de la posibilidad de que también sufran esta enfermedad. "Le recomendamos que vayan al médico o que adopten ciertas pautas para evitarla", explica.

Toda esta labor investigadora se basa en las autopsias. El Servicio de Patología Forense lleva realizadas más de 550 en lo que va de año, con lo que la media es de unas tres diarias, teniendo en cuenta que se practican los 365 días del año y que es raro el día que no hay ninguna. De hecho, en julio han tenido justo 93, "y ello pese a que en verano baja el número de autopsias porque la población se marcha a la costa".

En el Servicio, que en enero de 2010 abandonó las obsoletas instalaciones de la Macarena para trasladarse al sótano del tanatorio de San Jerónimo, trabajan unas 18 personas, de las que siete son forenses. Ellos, junto con los auxiliares, son los encargados de realizar las autopsias, que se realizan en horario de 9.00 a 13.00 horas. "Si un cadáver llega más tarde de esa hora, se autopsia al día siguiente". Y es que cada uno de estos análisis implica como mínimo una hora u hora y media, en condiciones normales, "en algunas complicadas hemos llegado a invertir seis horas o incluso el día completo". "Lo primero es analizar todo el exterior, la ropa, los objetos personales, porque todo ello nos puede aportar datos sobre la muerte y facilita la identificación del cuerpo", relata Lucena. Luego hay que pesar el cuerpo, medirlo y tomar el volumen abdominal, todo ello antes de abrir el cadáver y estudiar su interior.

Pero el trabajo no termina aquí. "Nosotros mismos atendemos a la familia y le contamos los motivos que han provocado la muerte. Ellos también nos dan datos que nos pueden servir, pero en más de una ocasión nos convertimos casi en psicólogos. Nos cuenta su dolor, si el fallecido ha dejado hijos... Todos los días escuchamos historias a cual más dura", asegura Lucena, que reconoce que a veces "es difícil irse a casa y no llevarse estos casos en la cabeza. Pero aprendes a valorar lo importante en la vida".

Y es que los forenses están acostumbrados a ver cada día accidentes de tráfico, laborales, infartos o asesinatos, aunque "afortunadamente en Sevilla hay pocos. En lo que va de año llevamos sólo tres homicidios". Por eso Lucena defiende que, pese a la imagen que pueden dar las series norteamericanas, ellos saben más de patologías que de crímenes, no en vano el 53% de las autopsias que realizan son por muertes naturales, pero el trabajo más conocido de un forense es por los homicidios.

Todos tenemos la imagen de un forense explicando cómo murió la víctima o cuántas horas lleva muerta. "La descomposición de un cadáver tiene unos parámetros que nos permite determinar el número de horas. Cuanto más tiempo pasa más complicado es calcular el momento de la muerte". Lo que sí tiene claro es que un cadáver "siempre arroja datos" por mucho tiempo que pase. Por eso, Lucena está convencido de que si el cuerpo de Marta del Castillo apareciera podrían esclarecerse algunos datos, "porque si murió de un golpe podría tener la marca en el cráneo", dice mientras sostiene en sus manos uno de los huesos de Laura Cerna, la norteamericana descuartizada. Lucena recuerda la autopsia a su cuerpo y muestra las muecas que ha dejado el cuchillo usado por el descuartizador. "El hueso es un material muy flexible que nos aporta muchos datos. Hemos estudiado esqueletos con miles de años y hemos podido saber si murió de un golpe o una puñalada, e incluso su profesión por algún tipo de malformación ósea", señala.

Por eso, la labor de los forenses es fundamental para esclarecer un homicidio, ya que detectan estrangulamientos, signos de violencia o defensa, o si la víctima había ingerido alguna sustancia. "Es muy difícil que se nos pueda engañar haciendo pasar una muerte violenta por natural", explica, mientras recuerda el caso reciente de un anciano cuya mujer quiso ocultar que se había ahorcado. "Engañó al médico y a la Policía, pero aquí vimos la marca en el cuello", relata.

De 7.000 cuerpos analizados sólo uno está sin identificar

Desde que el Servicio de Patología Forense comenzara a funcionar en 2003 (antes era el Instituto Anatómico Forense) han pasado por manos de sus médicos 7.000 cadáveres. Todos ellos han podido ser identificados, salvo uno de ellos: un hombre cuyo esqueleto apareció carbonizado en un maizal de la localidad de Tocina. "Nosotros creemos que fue carbonizado con posterioridad a la muerte, porque presentaba un golpe en el cráneo", explica Joaquín Lucena. Llegó en 2004 e incluso se ha mudado con los forenses a las nuevas instalaciones, sin que se haya logrado saber quién es. Han intentado incluso la posibilidad de identificarlo con una placa que le fue puesta por una fractura en la mandíbula, sin suerte.

Los suicidios doblan a las muertes por tráfico

Aunque creamos que los accidentes de tráfico es una de las principales causas de mortalidad, las cifras que maneja el Servicio de Patología Forense lo desmiente. En Sevilla hay más muertes por suicidios que por siniestros en la carretera, hasta el punto de que dobla la cifra. En lo que va de año los forenses han realizado 80 autopsias por suicidios, mientras que por accidentes de tráfico 50. El año pasado se contabilizaron 102 siniestros frente a 150 suicidios de edades entre 14 y 100 año. "No tiene nada que ver con la crisis, porque por temas económicos habremos tenido un caso. Los afectos, el desamor es lo que lleva a la gente, a quitarse la vida", dice Lucena.

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