Cultura

"Cuando le preguntaron cuál era su poeta favorito, dijo: Dios"

Los poetas Pilar Paz Pasamar, Elena Medel, Juan Lamillar, Jaime Siles y José Luis Rey glosaron la figura y la obra de Juan Ramón Jiménez en una mesa redonda llena de versos y de evocaciones.

el 29 may 2014 / 00:18 h.

La Feria del Libro acogió ayer, dentro del programa de actividades en memoria de Juan Ramón Jiménez en el centenario de la publicación de Platero y yo, una mesa redonda organizada por la Fundación José Manuel Lara y la Fundación Banco de Sabadell en la que destacados poetas glosaron la figura y la obra del Nobel de Moguer. El moderador de la mesa, el editor Ignacio Garmendia, destacó que «lo notable de Juan Ramón es que tienes libros enteros, no solo poemas, que marcan épocas», así como «la calidad innegable de su obra, y quizá también su compromiso genuino y la dureza con la que se acogió a los imperativos morales de su tiempo», afirmó. La primera en intervenir fue la gaditana Pilar Paz Pasamar, quien siendo casi una niña recibió generosos piropos para su poesía del puño y letra del propio Juan Ramón. «La historia es muy larga, pero cuando de chavales creamos una revista, Platero, y le escribimos a Puerto Rico antes incluso de que le dieran el premio Nobel. Le gustó un poema mío, y me ayudó mucho. No hemos dejado nunca de trabajar, de soñar, de leer la obra inmensa de Juan Ramón Jiménez. Os envidio a los sevillanos, porque adonde quiso venirse a vivir al final, fue aquí, a Sevilla», añadió. La autora de Mara y Ablativo amor reconoció que «es imposible definir lo que es la poesía de Juan Ramón», pero afirmó que uno de los mejores retratos del poeta en versos que recitó de memoria: «Como una rosa joven/ que mece su tesoro...». Otro poeta, Jaime Siles, señaló que «el Juan Ramón que me más me ha influido a mí es el posterior a Dios deseado y deseante. Hizo de la poesía algo así como una religión, de la que él fue sumo sacerdote. Nos hizo buscar un rigor y el conocimiento de la poesía en otras lenguas. Pero la principal diferencia entre él y el resto de los poetas es que los demás eran muy vagos, no se esforzaban nada, mientras que él era obsesivo, radical en esa labor de exigencia». También subrayó el bardo valenciano que Juan Ramón «sostenía, como Juliano el Apóstata, que el que escribe como se habla irá más lejos que el que escribe como se escribe», comentó antes de recitar algunos de los versos más conocidos del autor de Platero y yo: «¡Intelijencia (sic), dame el nombre exacto de las cosas!», escribió un hombre que, cuando le preguntaron cuál era su poeta favorito, no dudó en contestar: «Dios». A continuación, el sevillano Juan Lamillar aseveró que el Nobel onubense «no ha dejado de estar presente desde la adolescencia, pero cada vez admiro más al prosista, y sobre todo al de última época, cuando sin dejar de hacer poesía se acerca más al pensamiento», dijo. «Todo poeta que sea un buen lector queda en deuda con él. Y últimamente, con todas publicaciones recientes que se han producido, sus epistolarios, sus libros inéditos, crece la figura moral de Juan Ramón. Él supo unir como nadie ética y estética». «Juan Ramón, más que ningún poeta, tiene textos magníficos para escoger», prosiguió el poeta, que recitó algunos versos dedicados a «esa figura insustituible que fue Zenobia, su secretaria, su chofer, su enfermera, que montó negocios de artesanía y alquiler de pisos, y cuyos diarios y correspondencia también son magníficos», apuntó. Por su parte, el cordobés José Luis Rey aseguró que Juan Ramón Jiménez es un maestro atemporal y universal. «Te sirve cuando empiezas, cuando tienes veinte, treinta años, y te sigue sirviendo siempre», dijo. «En la poesía de hoy, en cambio, hay poca huella suya, excepto la generación de los novísimos. Pero yo lo sigo considerando el mayor poeta de nuestra lengua en el siglo XX, y su influencia permanecerá siempre», agregó. Rey leyó tres poemas, antes de los cuales afirmó que «siempre hubo en Juan Ramón una conciencia del poeta como ser especial, al que le ha sido concedido un destino de celebración. Como sucede con el Rilke de las Elegías de Duino, en Juan Ramón el hombre no busca a Dios, sino que es Dios quien busca al hombre», dijo. Por último, la cordobesa Elena Medel, reciente premio Loewe de creación joven por su libro Chatterton, comentó que «me sigue llamando la atención que un libro que no es para niños siga perdurando en la memoria de los que lo leímos muy pronto. Mucho más tarde llegué a Espacio, el libro de Juan Ramón que más me interesa, por las enseñanzas que contiene», concluyó, y dio pistas para seguir la huella del Nobel en poetas de hoy: Carmen Camacho, Erika Martínez, Juan Andrés García Román.

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