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Cuatro épocas unidas por la misma ilusión ‘cabalgatera’

En la familia Flores los Reyes Magos son la fuiesta más importante desde hace casi 70 años

el 06 ene 2014 / 00:04 h.

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Vicente Flores Luque, Victoria Luque (antes de vestirse ayer de diosa Palas Atenea) y Vicente Flores Alés. / J.M.Espino (Atese) Vicente Flores Luque, Victoria Luque (antes de vestirse ayer de diosa Palas Atenea) y Vicente Flores Alés. / J.M.Espino (Atese) Desde hace más de medio siglo, la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla ocupa un lugar de honor en la agenda de la familia Flores. Pocas existen con una tradición cabalgatera tan intensa que ha sido capaz de unir a cuatro generaciones casi desde la cuna. El domingo, cuando Victoria Flores, con 15 años, estudiante en el Colegio Portaceli, encarnó a la diosa Palas Atenea, volvió a quedar fijada, más que asegurada, la filiación de esta estirpe con un pie en Triana y otro en la Sevilla del 29. “Salí en un par de carrozas cuando era muy pequeña, pero la jornada del domingo fue inolvidable para mí, la he vivido con una intensidad increíble”, reconoce Victoria, quien ha sobrellevado todo el proceso hasta subir al trono con una pasión desmedida, como se advierte tras escuchar su detallado relato hasta dar con el traje ideal para la diosa de la sabiduría. “No tengo ningún pique especial con mis compañeros, pero sí puedo asegurar que estoy dispuesta a que la mañana de Reyes me duelan los brazos de las agujetas por todos los caramelos que pienso arrojar”, afirmaba horas antes de uno de los momentos que anticipaba más importantes de toda su vida. Sin embargo, la semilla de todo esto hay que buscarla bastante más atrás en el tiempo. Concretamente en el cartel anunciador de la Cabalgata de Reyes Magos de 1945. En aquella imagen publicitaria se podía contemplar a un niño durmiendo de sólo cuatro años, soñando quizá con la noche más hermosa. Aquel infante estaba llamado a ser el Rey Gaspar en 1991. Vicente Flores Luque ha sido decano de la Facultad de Química de la Hispalense y presidente del Club Náutico. Pero sobre todo, ha sido, fue una vez, un solo día, un señor con barba pelirroja subido en lo alto de un trono de rey mago. De aquella jornada guarda un “recuerdo gratísimo, con imágenes imborrables impresas en la memoria”. “Supuso además un día familiar de enormes emociones”, rememora Vicente Flores, continuador de la larga tradición ateneísta de su familia. “Fui Gaspar sin esperarlo, ya había sido elegida otra persona que... no contó con el beneplácito de Sevilla" [dice refiriéndose, sin mencionarlo expresamente, a la polémica destitución del que fuera presidente de la Sociedad Estatal Expo 92, Jacinto Pellón]. "Se armó tal jaleo que el presidente del Ateneo, Ramón Espejo, me llamó un par de meses antes para pedirme que yo hiciera de rey mago. Supongo que me eligió porque no despertaba ni filias ni fobias en la ciudad, se lo agradeceré siempre”, explica al respecto de cómo llegó a la carroza real de aquella cabalgata pre-Expo 92. “¿Hemos hablado del cartel de la Cabalgata de 1945?”, se pregunta refiriéndose al trabajo pictórico con el que su padre, Vicente Flores Navarro, ganó el concurso del Ateneo, por lo que obtuvo 500 pesetas que, convertidas en donativo para el cortejo, le abrieron la puerta para encarnar al Rey Baltasar. “Mi padre era pintor y formaba parte de la sección de Bellas Artes de la institución sevillana, en aquella época existía la costumbre de que Baltasar fuera una persona vinculada con este apartado artístico”, señala Flores Luque. Su hijo, Vicente Flores Alés (Gran Visir en 2010), no se imagina pasar un día 5 de enero en ningún otro lugar que no sea Sevilla. “Es una tradición muy arraigada, en nuestra familia más aún que la Semana Santa”, confiesa. No obstante, él no cree que lo que ocurre en su casa el día de Reyes sea muy distinto a lo que acaece en cualquier otro hogar sevillano. “Lo más bello de la Cabalgata es que consigue sacar a la calle a toda Sevilla, está libre de ideologías y de creencias, es una fiesta en la que todos participamos independientemente de nuestra edad, credo, pensamiento...”, opina este arquitecto, catedrático de la Escuela Universitaria de Edificación. El tercero en situación en este peculiar árbol genealógico cabalgatero cree que “la ciudad no es consciente del inmenso esfuerzo que hace todos los años el Ateneo por poner este desfile en las calles”:“En los últimos años además la institución está realizando un esfuerzo por restaurar algunos detalles íntimos que pueden pasar desapercibidos para la mayoría pero que son relevantes, como la recuperación de las coronas antiguas y de los tronos con dosel de los Reyes Magos”, explica. Y como si fuera uno de los cofrades de pro, Flores Alés tiene también sus sitios predilectos para contemplar el discurrir de esta inmensa procesión festiva. “Hay un sitio absolutamente delicioso para verla que es en la zona que va desde San Julián hasta la Macarena, por el interior de la Muralla”, asegura. Pero no es el único, “hay muchos sitios mágicos, como el Altozano o La Campana, también la calle Asunción, allí la peculiaridad radica en el sonido, tiene una configuración tal que permite generar un inmenso eco que genera un estruendo tal que resulta impresionante”, detalla por si hay sevillanos afines al ambiente de fallas valencianas. Todos ellos coinciden en algo: ser rey mago marca hasta un punto difícil de imaginar. “Es como si de repente toda tu biografía pudiera resumirse en un solo día”, dice Flores Luque. Y de cabalgata en cabalgata, quedan 365 días para que la Estrella de la Ilusión vuelva a estar en la calle. “Un año pasa rápido, en nuestra familia no contamos Domingos de Ramos, contamos días de Reyes”, concluyen casi al unísono.

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