El Teatro de la Maestranza presenta esta noche su segundo título lírico de la temporada, Cyrano de Bergerac, de Franco Alfano, una ópera que podrá disfrutarse en su versión original en lo que constituye su estreno en España (el resto de las funciones tendrán lugar los días 12, 15 y 18). Al frente del reparto estarán el tenor Roberto Alagna y la soprano Nathalie Manfrino. En el foso, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla estará dirigida por Marco Guidarini.
El gran tenor Roberto Alagna, que ha hecho suyo el papel ("es el rol de mi vida", según sus palabras) ya se presentó en junio en Sevilla con Los pescadores de perlas, de Bizet, a dúo con Manfrino. Ahora vuelven a verse las caras en una ópera de tenor en la que el cantante no abandona en ningún momento el escenario y tiene que hacer frente a algunos de los pasajes más complejos escritos nunca para esta cuerda en la ópera del siglo XX.
Franco Alfano (1876-1954) fue un compositor italiano formado en Alemania que obtuvo grandes éxitos en París componiendo ballet. Éxitos que, sin embargo, no pudo revalidar como operista hasta que, en 1952 -dos años antes de su muerte- presentó la que se considera su obra más importante, Sakuntala. Como curiosidad, Alfano escribió una ópera sobre el mito sevillano, Don Giovanni de Manara.
Alfano, hombre de teatro, se interesó por el relato de Rostand y, sobre un eficaz libreto de Henri Cain presentó en 1936, en Roma, la que ha terminado siendo la más célebre de sus 12 óperas, Cyrano de Bergerac que, hasta su reciente recuperación liderada por Plácido Domingo y Roberto Alagna, sólo había gozado de una presencia muy intermitente en los teatros. Como casi toda la obra de Alfano, un interesante compositor que, sin embargo, sufrió "la maldición de Turandot": pues Alfano es conocido, sobre todo, por atreverse a completar, a instancias de Toscanini y de la editorial Ricordi, el final de Turandot -también presente esta temporada en el Maestranza- que Puccini, a su muerte, dejó inconclusa. Sometido a la premura de tiempo y a las presiones del férreo Toscanini, quien finalmente se negó a dirigir el final escrito por Alfano, éste pagó su osadía con el desafecto de la Historia musical.
