Dani de Morón, listo para conquistar la Bienal. / Carlos Hernández
Uno de los guitarristas más interesantes del panorama actual, Dani de Morón, llega hoy a su gran cita en la Bienal (Teatro Central, 23.00 horas) en un espléndido estado de forma y dispuesto a darle la vuelta al repertorio de su primer disco en solitario, Cambio de sentido, empezando por el título. «El sentido del cambio quiere reflejar el momento personal que estoy viviendo, pero mejor lo explico mañana [por hoy], tocando», afirma.
Además de las composiciones del citado trabajo, este sevillano de 1981 presentará tres composiciones nuevas: malagueña, farruca y unas alegrías enganchadas a la bulería. Y lo hará con el único acompañamiento de las palmas, con Los Mellis, Carlos Grilo y el Bo, y Arcángel como cantaor invitado. «A la Bienal hay que venir a torear, no a contar milongas», asevera. «A mí me gusta todo, me encantaría rodearme de cuatro cantaores y veinte cajones, pero a los maestros siempre he querido verlos así, acompañados solo con palmas, el instrumento de percusión flamenca más antiguo. No hay más inventos, el invento está en la guitarra».
A Dani de Morón no se le escapa el hecho de que esta es la primera Bienal que se celebra sin la alargada sombra de Paco de Lucía. Para algunos, motivo de luto, para otros un extraño alivio. «He escuchado a algunos algo así, pero sabíamos que Paco se llevaría la silla cuando se marchara. Cuando te dedicas a esto, no hay diez minutos que no estés pensando en ese hombre. Ahora el mejor homenaje que podemos hacer es tocar con nuestra personalidad, que es lo que le gustaba. Intentar copiarlo es chocarte contra una pared», agrega.
Asimismo, cuando se le pregunta si se siente profeta en su tierra, asegura que «soy de una tierra que ha tenido la suerte de escuchar a grandes maestros. Y me siento afortunado de que mis padres se conocieran en Morón, porque si hubiera sido en El Coronil a lo mejor no estaría hoy tocando la guitarra», dice. «Morón es una marca muy flamenca, aunque con una parte de la afición bastante integrista. La estatua mía allí no la voy a ver en vida. Si acaso, mis nietos», bromea.
Por último, sobre los múltiples nombres artísticos que han acompañado a DanielLópez Vicente a lo largo de su trayectoria hasta consolidar el de Dani de Morón, el guitarrista se encoge de hombros: «No los cambiaba yo, me los iban poniendo», apostilla.
