Cultura

David Safier: «El humor alemán existe, aunque esté menos arraigado que el inglés»

El autor de ‘Maldito karma’ y ‘Jesús me quiere’ regresa con un golpe de timón: ‘28 días’, su última novela, transcurre enel gueto de Varsovia durante los días de la Resistencia.

el 21 dic 2014 / 12:00 h.

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El título de la última novela de David Safier, 28 días (SeixBarral), se refiere a la Resistencia del gueto deVarsovia contra las SS. Una cara muy distinta del autor de Maldito karma. —A muchos les ha sorprendido de 28 días que el gueto deVarsovia dé para un aventurón, y no un drama como es habitual... Y que Safier se ponga serio. ¿Y a usted? —Yo quería escribir este libro desde hacía 20 años, así que no he podido sorprenderme de lo segundo [risas]. En cuanto a lo primero, sabía de antemano que sería una novela interesante, con emociones. Y sé que por ese motivo la va a leer gente que normalmente no se adentraría en este tema. Siempre quise escribir sobre el gueto, porque allí se vio lo mejor y lo peor de cada ser humano. El escritor David Safier —Entonces, ¿los sorprendidos han sido sus editores? —Ah, eso sí, al principio se mostraron sorprendidos, luego un poco escépticos, finalmente los he visto entusiasmados. Y lo mismo ha ocurrido con los libreros: les dimos el libro tres meses antes de su salida a la venta, y la respuesta ha sido espectacular. Ahora por fin ha llegado a los lectores y parece que va muy bien, pero la primera reacción es siempre la misma: «por Dios, ¿ahora esto?». No saben que lo dramático siempre lo he llevado conmigo, y me alegro de hacer cosas diferentes de vez en cuando. —Ha llegado a hablar de que este es un libro «para gente que no está interesada en la Historia». ¿En qué sentido? —En Alemania, en la solapa del libro incluí una Carta al lector en la que cuento por qué escribí este libro, y qué pretendo con él. Digo que he escrito 28 días como si fuese una novela de aventuras, y pretendo que se lea con ganas a pesar de todo lo atroz que aparece. —Su familia sufrió esas duras circunstancias. ¿Hay partes de no ficción en su relato? –Los hechos son históricos, el libro solo tiene una parte inventada. Mi padre formó parte de una generación que, aunque fuera víctima delHolocausto, no hablaba sobre ello. Sé pocas cosa de su vida, y sobre esa etapa aún sé menos, así que no podía haber escrito sobre él, aunque se me pasó por la cabeza. Y no puedo preguntarle porque ya no vive, ni él ni nadie de su familia. —La gran pregunta del libro es: «¿Qué clase de ser humano quieres ser?». Pero, ¿está en nuestra mano decidirlo? —No creo que puedas decidirlo realmente, siempre hacen falta unas condiciones físicas y psicológicas para ser de una determinada forma. Fíjate en lo que sucede cuando se produce una catástrofe: hay personas que son capaces de sobrevivir y reponerse, y gente más frágil que queda destrozada. Pero en todos los casos la gente toma decisiones. Piensa, además, que en el gueto no se daban las condiciones que imperan en un campo de concentración, todavía había gente capaz de tomar las riendas, aunque todos fueran víctimas de los nacionalsocialistas. —Ahora se habla mucho de resistencia, contra los abusos, contra los bancos o el mercado... ¿Cree que puede haber algún paralelismo con lo que se vivió entonces?   —El paralelismo solo se puede plantear en torno a la pregunta esencial de la que hablábamos: qué tipo de persona quieres ser, qué decisiones estás dispuesto a tomar en tiempo de crisis. ¿Hay solidaridad, o cada uno lucha por sí mismo? En ese sentido sí, pero resistir a los bancos no tiene nada que ver con una resistencia armada frente a alguien que te quiere aniquilar. En lo que sí podemos fijarnos hoy es hasta qué punto es solidaria la sociedad ante los más débiles. —Siempre oímos hablar del humor inglés, pero, ¿existe el humor alemán? —Hollywood y Gran Bretaña han hecho su trabajo, hay más gente que habla inglés en el mundo y sus posibilidades de exportación son mayores, pero claro que tenemos nuestro humor, aunque menos arraigado. A mí me viene de mi padre, que tuvo que huir a Viena y allí se aficionó a los cabarets, muchos de cuyos cómicos fueron perseguidos. Ahí se rompió quizá una tradición, con la que hemos tenido que conectar mucho tiempo después. Por otro lado, se ha producido una internacionalización del humor, porque todos vemos las mismas películas y series.

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