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Cultura

De la Iglesia: «Como director no tengo nada de sensato ni de conciliador»

‘Balada triste de trompeta’ es la única película española a concurso en Venecia

el 07 sep 2010 / 19:14 h.

Alex de la Iglesia, con el elenco de 'Balada triste de trompeta'

Ayer se estrenó la única película española candidata al León de Oro del 67 Festival del Cine de Venecia, Balada triste de trompeta, una tragedia grotesca ambientada en el franquismo dirigida por el bilbaíno Álex de la Iglesia, que compite con otros 22 largometrajes por el galardón.

Aunque ya estuvo presente en 1995 en la cita cinematográfica veneciana con El día de la bestia, competir ahora es para Álex de la Iglesia "un honor y una satisfacción increíbles; estar en la sección oficial con Aronofsky y con Sofia Coppola es francamente alucinante y ya sólo con eso me considero totalmente premiado". Eso sí, confesó que llevaba toda la mañana con una "sensación terrorífica de ir al colegio a hacer un examen".

"Una historia de amor loco y salvaje en la que se mezclan amor, humor y horror a partes iguales". Así define el director y presidente de la Academia de Cine española su apuesta en la Mostra. Es la historia de dos payasos, interpretados por Antonio de la Torre y Carlos Areces, enamorados de la misma mujer, una trapecista a la que da vida la actriz Carolina Bang. Y para narrarla se ha servido de uno de los episodios de la historia de España más transitados por el cine, los últimos años del franquismo, una etapa "que no está enterrada debidamente", según De la Iglesia.

"Fue un pasado triste y muy doloroso y condiciona bastante el presente", afirma. "Todos, a través de nuestros padres y abuelos, hemos sufrido la Guerra Civil y ese dolor está muy presente en nuestras vidas", continúa.

El dolor del que habla De la Iglesia influye de forma radical en la vida del personaje protagonista, un payaso que actúa guiado por su padre, quien le inculca una terrible ansia de venganza que acabará destruyendo su vida. Precisamente ése es el mensaje de la película, el de que la ira y la venganza conducen inexorablemente a la destrucción de lo que más quieres. "Es la sensación que tengo de ese pasado nuestro, de una vivencia de hostilidad, de una violencia a mi alrededor de la que no soy responsable", continúa.

El director ha recordado aquellos años en que en España se respiraba una violencia extrema en las calles como "una pesadilla" y cuenta cómo al ir al colegio recogía casquillos de bala delante del quiosco de chucherías. "No olvido ese contraste de chuches y sangre. De aquella violencia no se hablaba, sino que se asumía como algo natural y luego descubres que no, que era un infierno que nos ha tocado vivir", comenta el cineasta.

Para Álex de la Iglesia, el hecho de presidir la Academia de Cine española no ha cambiado en absoluto su actitud como director. "Sigo siendo el mismo, como director no tengo nada de sensato ni nada de conciliador. Y, en cambio, como presidente lo que quiero es el bien para todos los que hacemos cine y que precisamente haya una relación directa entre el público y la gente que hacemos cine. Para eso sirve la Academia, es como una especie de gabinete de comunicación de la gente del cine".

Después de este año de presidencia en el ente cinematográfico, De la Iglesia reconoce que es una labor "muy enriquecedora" y que le ha permitido ponerse en contacto con exhibidores y distribuidores, de ver el negocio del cine desde otro punto de vista.

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