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Deflación dudosa

Los datos conocidos esta semana sobre la evolución de los precios en nuestro país dibujan por primera vez en décadas una bajada interanual.

el 16 sep 2009 / 00:55 h.

Los datos conocidos esta semana sobre la evolución de los precios en nuestro país dibujan por primera vez en décadas una bajada interanual. Muchos se han apresurado a hablar aquí de deflación, lo cual es una exageración notable y probablemente interesada en desviar el foco del verdadero problema, del cual el resto de inconvenientes y amenazas no serían sino síntomas o efectos colaterales y secundarios. Sería como alarmarse por la suciedad de las calles cuando se ha producido un terremoto de grado 9,5.

Y el terremoto es el estrangulamiento del crédito, fruto de una debacle en las entidades de crédito agujereadas por inversiones fallidas (activos tóxicos), y, repetimos, causa primera del parón y retroceso de la demanda agregada debido, en primer lugar, a la falta de consumo e inversión de aquellos dispuestos a hacerlo pero a quienes, de buenas a primeras, se les niega la liquidez necesaria, y, en segundo lugar, al lógico deterioro de las expectativas a corto y medio plazo ante la evidencia de que uno de los motores del crecimiento está gripado y sin ningún viso de mejora, antes bien al contrario. Como ya hemos comentado otras semanas, las políticas de sostenimiento con fondos públicos pero sin intervención en la gestión adoptadas tanto en Europa como en EEUU convierten a los bancos en unos perros del hortelano que, de este modo, se vuelven en una insidiosa doble carga para el interés general.

Dicho esto, la reversión en la senda de evolución de los precios y la inquietud genuina que surge a su alrededor sí puede considerarse como índice, tanto de las dimensiones de la crisis en que nos hallamos como de la penuria de los instrumentos conceptuales e institucionales que teníamos por capaces de diagnosticar y resolver con precisión las dificultades macroeconómicas. Recuérdese si no cómo en julio de este año el BCE aplicaba una subida de tipos en base a un conjunto de indicadores, hasta entonces razonablemente fiables, que pronosticaban tensiones inflacionistas a corto plazo.

La opinión más extendida en cuanto a España es que los precios simplemente están sufriendo un movimiento de reflujo bastante razonable si se analiza los niveles en que se estaban situando hace apenas un año. Por otro lado, esta contracción se está viendo apuntalada esencialmente por el fortísimo desplome de los precios del petróleo. Unos precios que ya no pueden bajar mucho más por meras cuestiones técnicas y de los que es esperable un rebote a medio plazo. Finalmente, todavía están por verse los efectos sobre la actividad del recorte de tipos que la autoridad monetaria está aplicando desde el verano y cuyos efectos, por su naturaleza, sufren cierto desfase.

En definitiva, los peligros de una deflación verdaderamente destructiva, capaz de petrificar las decisiones de consumidores e inversores parecen lejanos a día de hoy, aunque sólo sea porque la encrucijada financiera es infinitamente más amenazadora.

Obsérvese por último cómo la evolución de precios en España siempre muestra un desacompasamiento con la del resto de la UE, si antes por exceso ahora por defecto. Merece la pone reflexionar sobre las debilidades estructurales que hay tras de ello.

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