Mehmet Aurelio presiona a Rubén, autor del gol.
Usted tiene una empresa que, para ser viable, necesita como el comer un volumen equis de negocio, una cifra a la que sólo se puede llegar bajo circunstancias de mercado muy concretas. Usted tiene un plazo para llegar a las cifras, vale decir que hasta mayo o junio. Pero desde noviembre o diciembre del año pasado, 2009, se ve muy a las claras que, bajo la actual gerencia y dirección de compras, y con el personal actual del negocio, la cosa se aleja más y más del objetivo. Cada mes que pasa, un poco más lejos del objetivo deseado, soñado, ineludible. Inexorablemente asoma la fecha de caducidad o vencimiento… mientras la competencia se frota las manos.Usted, ustedes, ¿habrían tomado alguna medida a estas alturas? Si no lo hubieran hecho, si hubieran dejado pasar el tiempo impunemente, habrían hecho justo lo que ha hecho el Real Betis Balompié de Manuel Ruiz Lopera y olé. El pulso del equipo se ha desplomado desde hace un par de meses… o más. Lejos de Heliópolis, no da un gol ni una señal vital de poder ganar un triste punto. Menos, sin Emana. Y los puntos que se ganan en Heliópolis son como muelas arrancadas con las tenazas de un dentista de los viejos tiempos. ¿Todo el mundo o casi todo el mundo piensa que así no puede ser? Da igual: la nave ha seguido su ruta hacia ninguna parte, como el Holandés Errante o aquel Arthur Gordon Pym de Nantucket que creó Poe y que ahora se quieren reinventar.
Y luego, el parte habitual. Unas pintadas por aquí y una batallita con Gordillo por allí, más o menos como si el Real Madrid se peleara con Di Stéfano o el Sevilla con Juan Arza. Tapia volvió a lo suyo: perder y volver a perder. Hasta el Cádiz metió tres goles en Soria. Usted, señor Lopera, tiene una empresa que necesita como el comer un volumen o cifra de negocio cuyo plazo de caducidad se le viene encima a pasos agigantados. Parece que viene Víctor Fernández Braulio, a intentar arreglarlo. ¿Demasiado tarde? No debería. Pero esto es el Real Betis Balompié. Y esto es lo que hay.