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Derroche sin premio de un Sevilla sin pegada (1-1)

El conjunto de Manolo Jiménez, voluntarioso, no pudo pasar del empate ante un serio Deportivo pese a adelantarse en el marcador.

el 13 mar 2010 / 23:03 h.

Adrián López celebra, junto a sus compañeros Juan Domínguez y Andrés Guardado, el gol del empate del equipo gallego.

Al Sevilla de nuevo se le vuelve a atragantar el Sánchez Pizjuán. De nuevo vuelve a acumular dos partidos consecutivos sin lograr la victoria como local, por mucho que la busque, como ayer. Difícilmente se le puede reprochar algo al conjunto nervionense en partidos como el de anoche, salvo el resultado, claro. Los de Jiménez se dejaron la piel en el campo, fueron a por su rival desde el primer minuto al último, tuvieron sus ocasiones, pocas, eso sí es cierto, pero no escatimaron esfuerzos. Por tanto tampoco vale el tópico de la reserva antes de la gran cita del martes ante el CSKA. Si los rusos estaban en la mente de los sevillistas no se notó en su piernas. Pero hay veces que, estando bien, no se está genial. Y ese pequeño matiz fue el que le faltó al Sevilla para imponerse a un buen y serio rival como el Deportivo, que expuso en el campo las razones que lo mantienen en la zona alta de la tabla. Una zona de la que no se cae el conjunto hispalense, a pesar de acumular de nuevo una peligrosa racha de tres partidos sin ganar. La mediocre Liga da para que la cuarta plaza sea coto casi privado.

Aunque algo falto de precisión, el Sevilla firmó un partido repleto de intensidad y derroche físico, sobre todo en la presión, con Zokora como adalid principal. Eso sí, encontró enfrente un rival que no le fue a la zaga. Eso propició un duelo de poder a poder, con unos minutos de superioridad local por acá, otros de más mesura visitante por allá, pero con la intensidad como característica principal. Quizás echara en falta el respetable alguna ocasión más de los nervionenses, que sin embargo sí que se fueron hacia arriba, adelantaron sus líneas e intentaron jugar casi siempre en el terreno de juego rival, pero es que el Deportivo, en la línea de contrarrestar todo lo contrarrestable, también estaba bien puesto sobre el campo. Sus dos primeras líneas se plegaban con acierto y siempre repararon en defender con dos hombres las acometidas tanto de Navas como Perotti por las bandas. Solo la movilidad de Kanouté les creó algún que otro problema en la primera parte. Bueno, la movilidad del franco-malí y las jugadas a balón parado, gran argumento de los de Jiménez. Porque de esta forma llegó el primer gol, en un poderoso salto de Fazio (20’), y pudo llegar el segundo de Perotti, cuando el balón se estrelló en la madera en otra falta botada por el interior argentino después de que nadie acertara a cabecearla.

Para entonces, y sin mucho tiempo de disfrute (24’), ya había empatado el partido el Deportivo. Ya se sabe, contrarrestando. Una buena combinación entre Guardado y Adrián permitió que el encuentro no perdiera ni un punto de igualdad, ni de intensidad. También colaboraron en ello Navas, Aranzubia y el colegiado. El primero, por no acertar solo ante el portero. El segundo, por evitar el tanto del canterano con su ¿brazo? o con su ¿hombro? fuera del área. Y el tercero, por tirar por el camino fácil y ni reparar en la jugada (42’), que pudo significar la expulsión del meta.

AL ATAQUE. La segunda parte mantuvo la tónica de la primera parte, al menos en el Sevilla, que no se dio un minuto de descanso en su propósito de victoria. Sin gozar ocasiones claras, Negredo (46’), Luis Fabiano –ya en el campo– (60’) y un prolífico Stankevicius (64’, 79’) llevaron el ¡uy! a la grada. Todas fruto del asedio territorial al que sometieron los de Jiménez a los de Lotina, apenas burlado en una ocasión. Pero entonces apareció Palop para marcar el terreno y salvar ante Domínguez (70’). Jiménez probó con los cambios, con variantes, pero ni así. El Sevilla lo intentó de mil maneras, colgó mil balones y metió más ritmo al partido. Pero ayer la fórmula teórica no bastó. A veces hace falta un toque de magia.

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