No hace falta invitar a los trianeros y a aquellos que se encuentran en la diáspora a que disfruten de su fiesta grande. Triana sabe vivir la Velá de la mejor manera que la entiende. En la calle Betis. Por eso, no sorprende a propios ni a extraños que desde el minuto uno, esa calle se llene de gente que pretende robarle a la noche los minutos que no ha podido hacerlo en las horas centrales del día. Y es muy de agradecer todo el programa que se planifica desde el Distrito, comenzando por el pregón y la entrega de distinciones, hasta que se despide la vigente edición y se prepara la del siguiente año.
Sé por trianeros que la Velá tuvo unos años difíciles, delicados. Quizás el ambiente no acompañaba y parecía que se perdía una esencia del barrio. Sin embargo, como los trianeros han vuelto a hacer suya la Velá, ésta brilla con luz propia, y no hay excesos y sí buen rollo, como dirían los jóvenes. Años buenos le auguramos a esta fiesta, singular como ella sola.
Periodista
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