Cultura

Díaz Conde defiende la vigencia del romanticismo

Edmundo Díaz Conde (Orense, 1966), escritor y firma habitual de El Correo de Andalucía, fue finalista del último premio de novela histórica Alfonso X El Sabio con su obra El veneno de Napoleón. (Foto: El Correo)

el 15 sep 2009 / 03:04 h.

Edmundo Díaz Conde (Orense, 1966), escritor y firma habitual de El Correo de Andalucía, fue finalista del último premio de novela histórica Alfonso X El Sabio con su obra El veneno de Napoleón, que acaba de ver la luz en el sello editorial Martínez Roca. El autor defiende la pervivencia del romanticismo en nuestros días.

"Los griegos, cuando moría alguien, se preguntaban si tendría pasión. Eso me gustaría que se preguntaran los lectores de esta novela", afirmó Díaz Conde en la presentación de este volumen que tuvo lugar en la Fundación Lara. Ingredientes, desde luego, no le faltan a esta historia de dos antagonistas que evolucionan entre secretos, venganzas y traiciones, compartiendo espacio con personajes históricos como Napoleón Bonaparte o José Fouché, el jefe de la policía napoleónica.

"He querido contar esta historia bajo la influencia de un personaje, el Conde de Montecristo; de una película, Ben-Hur; de la novela romántica del XIX y de un director de cine, Alfred Hitchcock", explica el escritor, que desarrolló su trabajo movido en todo momento por la voluntad de "dar placer al lector" usando los resortes del folletín decimonónico: una novela por entregas con el ritmo de las grandes aventuras de la literatura universal, de modo que el lector, al final de cada capítulo, se pregunte con ansiedad: ¿y ahora, qué?", comenta Díaz Conde.

La trama de El veneno de Napoleón gira alrededor de un enigma, el que rodea al 15 de octubre de 1840, cuando se exhumaron los restos de Napoleón Bonaparte y su cuerpo se halló intacto. Para los historiadores oficiales, Bonaparte había fallecido a causa de un cáncer, pero el perfecto estado de conservación se debía, según otras versiones, a los efectos del arsénico ingerido.

A partir de este hecho, Díaz Conde nos conduce a los albores de la Revolución francesa, cuando un recién nacido es abandonado en uno de los prostíbulos más afamados de París. Transcurridos los años, el niño sin nombre partirá hacia Nueva Orleáns, donde se convertirá en el más legendario y temido envenenador de la época gracias a las enseñanzas de Grand Perle, una experta en el arte del vudú y los venenos, hasta que recibe el encargo de envenenar al mismísimo Bonaparte.

Para el autor de El veneno de Napoleón, "vivimos una época neorromántica", y el auge de la novela histórica es sólo una prueba más de esto. "La novela histórica, tal y como la conocemos, nace en la época romántica, más concretamente con Walter Scott. Pero, más allá de la evasión y del aprendizaje que proporciona, tiene romanticismo. Permite soñar con que el mundo todavía puede ser descubierto", apostilla el escritor.

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