En una Bienal con déficit de estrellas por el maldito parné, los jóvenes adquieren un inesperado protagonismo. De ahí que el nombre de Jesús Méndez destacara en el programa de este año con vitola de maestro prematuro. Atributos para llegar a serlo no le faltan, y tampoco dejó escapar la oportunidad de mostrar en Sevilla sus credenciales.
Aparte de poseer una estimable potencia pulmonar, es un atento y disciplinado legatario del mejor cante de Santiago y La Plazuela. Invoca a La Paquera atacando el "aliole anda y ole" y hace seguiriyas y tangos que hubiera firmado Terremoto. Entra en los fandangos de la mano de Chocolate y sale con el Gloria. Pero también pasea su voz por Cádiz en las alegrías, dedicadas a Moraíto; se va hasta Málaga por jabera para rematar el taranto, y llega hasta la Alameda de Hércules montado en la soleá de Charamusco que inmortalizó Antonio Mairena.
Un catálogo exquisito que no le resultó fácil sostener en intensidad hasta el final, por más que el público pidiera un bis. Para la zambra Cerca de tu pelo de Caracol con acompañamiento de piano, ya se acusaba el desfallecimiento. Quizás empezó demasiado fuerte o las expectativas eran demasiadas. Lo cierto es que, no siendo su noche soñada, sí justificó una noche para él solo en la Bienal.
