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Doce policías protegen a mil maltratadas en Sevilla

Una mujer víctima de la violencia que se separa corre un alto riesgo al regresar a casa a por sus cosas. Si inicia una nueva relación, está en peligro. El día que obtiene el divorcio, también.

el 15 sep 2009 / 18:48 h.

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Una mujer víctima de la violencia que se separa corre un alto riesgo al regresar a casa a por sus cosas. Si inicia una nueva relación, está en peligro. El día que obtiene el divorcio, también. Por eso tienen compañía: una docena de policías nacionales se asegura de que un millar de maltratadas sevillanas no vuelvan a ser agredidas por sus ex parejas.

Su trabajo es llamar a sus mujeres para preguntarles cómo están y saber si el hombre que les destrozó la vida las acecha. También reñirles e insistirles en que, aunque sean ellas las que quieran verlo, hacerlo es quebrantar la orden de alejamiento. Actuar en casos urgentísimos, como el de una militar con el mismo destino que su agresor, por supuesto con ambos rodeados de armas en su trabajo.

El coordinador del grupo es policía desde hace 40 años y tiene una forma de hablar ronca y nerviosa que da confianza, al modo de un detective americano en blanco y negro y en las antípodas de una película de acción. Dirige la Unidad de Prevención, Asistencia y Protección -UPAP- a la mujer maltratada de la Policía Nacional en Sevilla, que con 12 efectivos vigila a unas mil víctimas con órdenes de alejamiento. En toda la provincia son 28 policías. En Andalucía, 118.

¿Son bastantes efectivos? Aunque hacen falta refuerzos -en un mes llegarán tres policías más al grupo, 120 a toda España-, se organizan porque no todas necesitan atención constante. Y contra lo que podría pensarse, ninguna tiene guardaespaldas. "Ni ellas querrían a un policía todo el día detrás ni nosotros podríamos asumirlo", explica el coordinador. Las 28 víctimas de más riesgo tienen un móvil que las conecta con "su" policía: si marcan los números de la izquierda -el 1, el 4 o el 7- llaman al agente, y si por cualquier causa no atendiera, las teclas del centro avisan al 091 y las de la derecha a seguridad ciudadana.

Para las demás hay distintos niveles: hay mujeres a las que hay que acompañar mucho, ir a su casa con patrulleros y llevarlas a recoger a los hijos. Otras no han vuelto a ver a su agresor, y por tanto, sólo reciben una llamada cada dos meses para controlar si algo varía. Ese riesgo se calcula desde hace un año con ayuda de un test informático "que da automáticamente una Valoración Policial de Riesgo, pero ojo, no tiene la última palabra. Lo que dice el policía, y sobre todo el juez, es lo que vale".

El programa pregunta a la víctima si su ex pareja tiene licencia de armas. Si hace menos de un mes que volvió a verlo, o menos de una semana. Si ella tiene otra pareja. Si él tiene problemas económicos o ideas suicidas... un pormenorizado cuestionario aborda los factores clave y da cinco niveles de riesgo. El extremo -el coordinador sólo recuerda uno- obliga a revisarlo todo cada 72 horas. El alto, cada semana. El medio, al mes, y el bajo o muy bajo cada dos. Las valoraciones se envían al juez, que coordina las actuaciones, ya que los casos graves tienen otras medidas de protección junto al alejamiento, como las casas de acogida.

En la propia valoración puede estar la solución: "Si un hombre agrede a una mujer y huye, el riesgo se dispara. Si se le coge y el juez lo mete en prisión, el riesgo se vuelve bajo". Si un maltratador se deja ver cerca del domicilio, van policías uniformados, igual que si deben ir a un punto de encuentro para que los hijos vean al padre.

Hay situaciones críticas, pero deben lidiar con ellas. "Hay que meter la muleta, convencer al hombre de que es mejor dejarlo. Hacer que todo pase lo antes posible. Si no, se piden refuerzos". Tratan con personas con el sistema de valores cambiado: este policía ha atendido a cuatro víctimas del mismo obcecado agresor, y ha sufrido los celos de otro, al que tuvo que llamar por un asunto relacionado con sus hijos y que, pese a haberse identificado como policía, le soltó: "¿Tú estás liado con mi mujer?". Un compañero del grupo sonríe: "A mí también me lo han dicho".

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