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¿Dónde está Sánchez Gordillo?

Ni hay que santificar al mesías Juan Manuel Sánchez Gordillo, a la sazón alcalde de Marinaleda, ni hay que demonizarlo. Es como es y quien lo conozca, que lo vote o no lo vote. Su firma figuró entre las que avalaban que Iniciativa Internacionalista pudiera presentarse a las elecciones europeas...

el 16 sep 2009 / 02:52 h.

Ni hay que santificar al mesías Juan Manuel Sánchez Gordillo, a la sazón alcalde de Marinaleda, ni hay que demonizarlo. Es como es y quien lo conozca, que lo vote o no lo vote. Su firma figuró entre las que avalaban que Iniciativa Internacionalista pudiera presentarse a las elecciones europeas: ayer, el Tribunal Supremo decidía anular sus candidaturas por considerar que a su sombra se movían los hilos de Batasuna y que, por lo tanto, incumplía la actual y por otro lado controvertida Ley de Partidos.

Se trata de la lista que personifica Alfonso Sastre y en cuyo quinto puesto figuraba Angeles Maestro, que hasta hace poco personificaba la llamada Corriente Roja de Izquierda Unida. Claro que también viajaba a bordo una veintena de personas que, en espera de una apelación ante el Tribunal Constitucional, la justicia considera ahora que pertenecen al entorno etarra. Había otros avalistas, claro, pero el caso de Sánchez Gordillo concurren dos circunstancias: es mucho más conocido y es parlamentario de Izquierda Unida.

¿Debe un parlamentario de dicha coalición atenerse a los estatutos de la misma? Todos los indicios parecen indicar que sí. Y parece claro que Sánchez Gordillo los ha incumplido al auspiciar que otra formación política pueda hacerles sombra o competencia electoral. Izquierda dentro, o izquierda fuera. A Izquierda Unida, tras la escisión vasca de Ezker Batua Alternatiba Eraizken, y después de la tocata y fuga de Rosa Aguilar, le va a ser más difícil hacer oír su voz en un escenario de más de treinta candidaturas al Parlamento Europeo. Con lo que la postura de ese último califa rojo quizá pudiera calificarse abiertamente como de competencia desleal.

¿Es el mismo producto político el que venden ambas candidaturas? Radicalmente, no. Quizá algunos de sus respectivos partidarios coincidan en la letra, pero no en la música; tal vez coincidan en el fondo, pero no en las formas. Este debate está viciado de origen: es imposible discutir de política mientras nos siguen apuntando a todos con una nueva milímetros parabellum.

Sánchez Gordillo debe preguntarse a qué club le apetece pertenecer en un tiempo y en un mundo en el que no valen las dobles militancias. Y una vez que despeje esa incógnita, lo suyo sería obedecer las normas de la casa de la sidra. ¿Qué le parecería, por ejemplo, que Diego Valderas, Willy Meyer o Cayo Lara avalasen con su firma a una supuesta candidatura alternativa a la que suya en las próximas elecciones municipales de su patria chica?

El alcalde de Marinaleda debe fijar definitivamente el GPS de su posición partidista. Claro que, si él insiste en usar una brújula loca e Izquierda Unida permanece de brazos cruzados sin mover ficha al respecto, quizá cabría preguntarle a dicha coalición dónde está. Por ahora, parece claro que alguien le ha echado un maleficio y cada vez que toca circo electoral, les falla algún trapecio.

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