El primer ministro israelí, Ehud Olmert, desafió la exigencia de su titular de Defensa y primer socio de gobierno, Ehud Barak, de que cese y se aferró hoy a su cargo pese a que se multiplican las voces para que dimita.
Las críticas le llueven al jefe del ejecutivo de todas partes, desde los partidos de la oposición, sus ministros, la opinión pública e incluso en su propio partido, Kadima, en el que cada vez son más los que reclaman unas primarias para elegir nuevo líder.
Uno de sus ministros, el titular de Seguridad Interna Avi Dichter, anunció ayer su intención de presentarse para sustituirle en la dirección del partido por las graves sospechas de corrupción que pesan sobre él.
Un día después de que Barak le diese a elegir entre cesar en su cargo o convocar elecciones, pocos son los que han salido públicamente en su defensa y las críticas se han multiplicado.
Por el momento, Olmert no ha emitido ningún comunicado oficial sobre sus intenciones, y su única reacción se produjo ayer en los medios locales, donde dijo que continuará ejerciendo su cargo y que demostrará que todas las acusaciones son falsas. "Es inconcebible que un primer ministro sea condenado en base a un sólo testimonio", afirmó Olmert.
Las dudas sobre la continuidad de Olmert han suscitado temores en la Autoridad Nacional Palestina, inmersa en negociaciones de paz para la creación de un estado palestino. Además, la población de Cisjordania y Gaza teme que la crisis se traduzca en un aumento de "detenciones, ataques e incursiones" en los territorios ocupados con el fin de desviar la atención mediática sobre el primer ministro.
