El 15% de las familias con hijos discapacitados no pueden pagar su terapia

Destinan una media de 350 euros al mes para costear tratamientos específicos a los menores

DISCAPACITADOS GANAN CONFIANZA Y SUPERAN BARRERAS CON TERAPIAS CON ANIMALES Un drama que está creciendo a causa de la crisis. El 15 por ciento de las familias andaluzas que tienen hijos con discapacidad no pueden pagarles una terapia o tratamientos específicos por falta de recursos económicos, según un informe de la fundación Adecco. Un porcentaje que, según las asociaciones que trabajan con estas personas, se queda corto. Aseguran que es más elevado por el paro y por los recortes en la Ley de la Dependencia. El gasto medio que tiene que afrontar una familia con un niño con discapacidad asciende a 350 euros, 4.200 euros anuales. Una cifra que, aclaran los afectados, depende mucho del grado de discapacidad. Hay casos en los que se puede incrementar considerablemente, puesto que necesitan varios tratamientos y todos los días de la semana. Esto supone gastos de desplazamiento y que haya una persona pendiente del niño. Aquí se une el problema laboral de los padres, que dependiendo del trabajo que desempeñen tienen más o menos facilidades para acompañar a su hijo a los tratamientos. Es más, aseguran que hay personas que han tenido que renunciar a su empleo para poder atender a su pequeño. Estos 350 euros para el 28,8 por ciento de las familias representa entre el 20 y el 30 por ciento del presupuesto, pero para el 9,5 por ciento esta cantidad supone más del 40 por ciento de sus ingresos. La consultora de Plan Familia en la Fundación Adecco Teresa Pérez explica que las terapias que reciben esto niños son diferentes a las actividades extraescolares que realizan los menores sin discapacidad como puede ser fútbol, ajedrez o natación, «que persiguen un objetivo formativo o de ocio». Manifiesta que los tratamientos que reciben los menores con discapacidad tienen un objetivo médico o terapéutico para mejorar su calidad de vida, el estado de salud, la autonomía física, la psíquica, la integración laboral o el desarrollo psicosocial, «tratamientos de larga duración, que se prolongan en el tiempo para reforzar las habilidades adquiridas y conseguir nuevas». Las asociaciones admiten que en Andalucía los tratamientos básicos están cubiertos, pero remarcan que muchos niños necesitan terapias complementarias para un mejor desarrollo como puede ser acuaterapia o terapias con animales, principalmente caballos, que funcionan muy bien, pero que suponen un desembolso extra de dinero que no todas las familias se lo pueden permitir. Y es que, según el informe de la Fundación Adecco, un 55 por ciento de las familias andaluzas con un hijo con discapacidad se sustenta de los ingresos de una sola persona. Esta situación provoca que el 73,5 por ciento declare que llega al mes con más o menos dificultad. No obstante, a pesar de los apuros económicos, estas familias se desviven por sus hijos y tienen claro que el bienestar de ellos está por encima de todo. De hecho, un 90 por ciento dice con orgullo que el hecho de tener un niño con discapacidad le ha aportado una nueva perspectiva de la vida y se ha enriquecido como persona y ser humano. Más apoyo. Estas familias reconocen que lo que más les llena en el mundo es ver cómo su hijo va progresando, siendo capaz de realizar cosas nuevas. Por ello, según las asociaciones afectadas, hay padres que pese a los problemas económicos, buscan todos los medios que estén a su alcance para que sus pequeños tengan los mejores tratamientos, la mayoría terapéuticos, seguidos de los formativos y relacionadas con el odio y el deporte. Ante estos problemas que se encuentran en su día a día, que se han visto incrementados por la mala situación que vive el país, el 97 por ciento de las familias afectadas demanda más apoyos para facilitar su vida, aunque por encima del aspecto económico, destacan el social. El 66 por ciento considera que hace falta más sensibilidad en la sociedad, en los entornos educativos y en los laborales para hacerlos más inclusivos. Asimismo, el 63 por ciento también demanda ayudas económicas como acceso gratuito a ciertos bienes y servicios; un 56 por ciento reclama también más subvenciones; y un 30 por ciento demanda la eliminación de barreras arquitectónicas para favorecer la accesibilidad. En términos generales, estas familias estiman que la mejor ayuda para una persona con discapacidad es conseguir un empleo para sentirse integrados, pero a pesar de la inversión que realizan en terapias y tratamientos, son bastante pesimistas y un 53,2 por ciento de ellas no confía en que su hijo llegue a conseguir un empleo algún día. Concretamente, un 26,6 por ciento cree que no conseguirá trabajo debido a prejuicios y estereotipos fuertemente asentados en la sociedad y en la empresa, que impiden la incorporación de personas con discapacidad en condiciones normalizadas. Uno de los problemas que a día de hoy critican estos padres es que a las personas con discapacidad se las sigue viendo como un problema o una carga para la sociedad, los siguen considerando como algo excepcional, por lo que reclaman un cambio de mentalidad.

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