Cultura

'El arte no sabe de discapacidad'

Desde los 6 años baila y canta flamenco. Mari Ángeles Narváez (Suiza, 1975) se quedó sorda al tomar un medicamento en mal estado. A pesar de ello, la artista no dejó de perseguir su sueño. (Foto: El Correo)

el 15 sep 2009 / 03:09 h.

Desde los 6 años baila y canta flamenco. Mari Ángeles Narváez (Suiza, 1975) se quedó sorda al tomar un medicamento en mal estado. A pesar de ello, la artista afincada en Sevilla no dejó de perseguir su sueño: ser alguien en el mundo flamenco. Y va camino de conseguirlo.

30 decibelios es la recién fundada compañía de María Ángeles Narváez, la única bailaora y cantaora en lenguaje de signos: "Llevo muchos años bailando y cantando y nunca me he encontrado con otra persona sorda que cante en lengua de signos", afirma con una mezcla de orgullo y tristeza. Narváez sabe que ser la única le da una posición privilegiada, pero también conoce las limitaciones de las personas sordas: "Yo interpreto el cante e imprimo sentimiento al baile con los signos, pero no pretendo hacer flamenco para sordos", puntualiza, "quiero acercar la lengua de signos a los oyentes, que no sea algo lejano, algo ajeno a los demás".

Narváez canta y baila según se sienta: "En mi arte influye claramente mi estado de ánimo. Los signos son, ante todo, expresión. No es una traducción literal porque muchas palabras en la lengua de signos, que siendo muy emotiva es más limitada, no existen o no expresan exactamente lo mismo. Por ejemplo, 'olé' no existe tal cual, hay gestos que indican jaleo, o '¡qué bien!', '¡qué bonito!', pero no se traducen literalmente al 'olé' de los oyentes", explica.

María Ángeles perdió el oído a los seis años: "Gracias al audífono, al apoyo de los que están conmigo y con mucha voluntad he seguido adelante". La artista se crió en Suiza y después se vino a vivir a Sevilla. Por eso, leer los labios le costó mucho trabajo: "Imagínate, tan pequeña y leer los labios en español". Sin embargo, su pasión por el flamenco y su afán de superación han hecho que la cantaora y bailaora vaya subiendo peldaños en el mundo del flamenco: "Creo firmemente en eso de que el arte no entiende de discapacidades. Y espero que el público tampoco", sentencia.

Poco a poco, la particular forma de llevar y sentir el compás de esta artista ha ido calando en un público cada vez más amplio: "Estuvimos en París, en el teatro Versalles, y la gente abarrotó las butacas y aplaudían emocionadas. Por lo menos fueron 10 minutos de aplausos. Estaba sorprendidos ante lo que veían".

París no ha sido el único escenario por el que ha pasado. Barcelona y Madrid ya se han rendido a sus pies y en Sevilla formó parte de los invitados al pasado festival de Escena Mobile en el Teatro Lope de Vega: "Una actuación muy especial porque es mi ciudad y mi gente y poco a poco ves el fruto de tu trabajo y el respecto del público".

La niña de los cupones. En el barrio sevillano de la Macarena, todo el mundo conoce a María Ángeles como La niña de los cupones: "Trabajo vendiendo cupones y a mí me gusta mucho ese nombre, me define muy bien. Siguiendo la tradición flamenca como La niña de los peines", bromea. Con un carácter arrollador, siempre sonriente y un desparpajo que le sale de dentro, María Ángeles es la pura imagen del optimismo y las ganas de vivir: "Intento aprovechar cada minuto porque tengo muchos sueños que cumplir", ríe.

"Por ahora sólo quiero sacar adelante la compañía que es algo difícil. Sé que es complicado vivir del flamenco por eso le doy gracias a la ONCE porque me ha apoyado siempre y sobre todo, porque mi medio de vida es vender cupones", asegura Narváez.

"Sería muy bonito que otros sordos amantes del flamenco se atrevieran a sacar su arte", cuenta la bailaora y cantaora. "Me sorprende que todavía no haya más personas como yo. A veces me planteo si montar una escuela para que desde pequeños aprendan y no tengan miedo. Yo nunca me he enfrentado a críticas por lo que hago", concluye.

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