Local

El arte y la paciencia

Sevilla, la vieja capital del Imperio español, es con seguridad una de las ciudades más expoliadas del mundo en obras de arte y ese imperio uno de los que menos esquilmó en este campo; los conquistadores, preocupados por el oro y la herejía, destruyeron los ídolos...

el 15 sep 2009 / 23:28 h.

Sevilla, la vieja capital del Imperio español, es con seguridad una de las ciudades más expoliadas del mundo en obras de arte y ese imperio uno de los que menos esquilmó en este campo; los conquistadores, preocupados por el oro y la herejía, destruyeron los ídolos y fundieron los objetos de culto: por eso no tenemos ni el Museo del Louvre ni el Británico. Los descendientes de los grandes capitanes o comerciantes y los conventos acumularon tesoros hasta que llegó la decadencia. Fue entonces cuando se los llevaron, primero los franceses de Napoleón y, luego, todo el mundo vendiéndolos a cara cubierta o descubierta.

Eso sucedió hasta hace nada. Siendo José Benjumea delegado de Bellas Artes editó el catálogo de una colección privada y, antes de que la publicación estuviera en la calle, la colección estaba en el extranjero. Por todo ello cobra un alto peso el ofrecimiento de Mariano Bellver de dejar en Sevilla las obras de arte que posee. Las negociaciones para que esa operación llegue a buen puerto se han topado, no con la Iglesia, sino con una coyuntura, la económica, que todas las administraciones -igual que los ciudadanos- están intentando capear de la mejor manera posible. Es ahora, precisamente ahora, cuando nadie debería perder los nervios; por el contrario, tanto el propietario de las obras, como los representantes de la cosa pública tendrían que aprovechar este período para confluir en un acuerdo sobre bases seguras y beneficioso a ambas partes que se hiciera efectivo cuando fuera posible.

No se sabe el alcance de la crisis pero, como ante una inundación, todos ponen sacos terreros para pararla. Lo verdaderamente grave sería que, cuando llegaran los tiempos de bonanza, las aguas revueltas hubieran arrastrado para siempre jamás, como otras veces, los tesoros de Sevilla.

Antonio Zoido es escritor e historiador

  • 1