Cultura

"El artista hace camino, no busca la pisada del otro"

No podía faltar en este repaso a lo mejor de Machado una alusión a su inolvidable Juan de Mairena, rescatado por la poeta Rosa Díaz.

el 18 feb 2014 / 22:58 h.

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ROSA DIAZAunque conocido sobre todo como poeta, Antonio Machado fue también dramaturgo y notable prosista: ahí está su inolvidable, e inagotable, Juan de Mairena, síntesis de desenfadada sabiduría que no ha perdido un ápice de chispa con el paso del tiempo. Eso es lo que ha movido a Rosa Díaz a escoger un fragmento de este libro, una breve conversación entre Mairena y don Cosme, como botón de muestra de su talento. «Machado es un poeta muy del 98, capaz de escribir magníficos versos, pero lo mejor de él es su propia historia, su filosofía y su moral. En ese sentido, Juan de Mairena es totalmente de esta tierra, así lo aprecio. Tiene toda la ironía y la gracia del andaluz culto», asegura. Para esta poeta, una de las eternas preocupaciones de don Antonio es sin duda el hecho de que «en materia de cultura, nunca hemos atinado en este país. Hay quien dice que esta nueva generación de jóvenes, que es mileurista o ni siquiera eso, es la mejor preparada de este país. Pero ha sido preparada sobre todo en los focos familiares, que son los primeros que deben educar. Ahora bien, hablas hoy con un profesor y te das cuenta de que les resulta muy difícil, hay una gran desavenencia con la educación. Todos los gobiernos deberían trabajar de verdad para que la cultura tenga potencia en este país, pero creo que no se ha hecho nunca», lamenta la sevillana. De ahí que Machado temiera que las botas se pusieran a pensar mejor que las cabezas. «Machado abre la filosofía en canal, y nos demuestra que se puede llevar de la mano izquierda de la lírica. En este caso, nos da a entender que si tenemos cerebro, sabemos que la formación siempre crea la duda, hace pensar y convierte todo en algo complejo», explica Díaz, quien no duda en imaginar que si el autor de Campos de Castilla volviera a contemplar hoy su sufrida España, se vería en medio de muchos sentimientos encontrados. «Si viera los caminos de la vieja piel de toro a los que tanto cantó con todas las infraestructuras que se han ido haciendo, tal vez se movería hacia una realidad más positiva», dice. «A él, que tanto le gustaba el campo, le sorprenderían seguramente los grandes avances en los movimientos ecologistas, pero sabemos que todavía no hemos tomado conciencia de la atención que se merece la Naturaleza, por ejemplo en materia de nuevas energías, que están paralizadas por culpa de ciertos intereses y conveniencias», prosigue la autora, para agregar a renglón seguido: «No me imagino a Antonio Machado defendiendo solo el lince ibérico, sino también todo esto». También piensa Rosa Díaz en la actualidad ante un poema machadiano como La muerte del niño herido, con esos estremecedores versos, escrito en plena guerra civil española: «Otra vez en la noche… Es el martillo/ de la fiebre en las sienes bien vendadas/ del niño. —Madre, ¡el pájaro amarillo!/ ¡Las mariposas negras y moradas!». Para la sevillana, «cada vez que se muere un hijo, se muere un niño, y todas las madres nos ponemos en el lugar de la madre. El desconsuelo que nos asalta al leerlo es pensar que, un siglo después, las madres de España siguen llorando». El Juan de Mairena fue escrito antes de los Poemas de la Guerra, a través de colaboraciones en la prensa madrileña desde 1934, y publicado en 1936 con el subtítulo Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo. En sus páginas, Machado hace un impresionante despliegue de recursos y tonos, desde el más grave hasta el que casi roza la frivolidad, y contempla un amplio espectro de temas, casi todos relacionados con la ciencia, el arte, el pensamiento, la política o la sociedad de su tiempo. A él pertenece, entre otras muchas ideas brillantes, aquella del alumno que escribe en la pizarra Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa, y Mairena le pide que lo ponga en lenguaje poético. El chico obedece al instante –“Lo que pasa en la calle”– y se gana la aprobación total del docente. Este es el Machado que Rosa Díaz reconoce como maestro: «No creo que sea fácil reconocer una manera suya en mi poesía. Sí, indudablemente, hay huellas de su personalidad. Él nos enseñó que los intersticios de la poesía son los caminos por los que debemos ir, más que por las palabras de los poetas. Huir de los caminos trillados y ver los huecos que dejan los maestros. Porque una cosa es ser Machado, y otra ser machadiano. Una cosa es ser Cernuda, y otra ser cernudiano. El artista de verdad hace camino al andar, no busca la pisada de otro. Ésa es la verdad del poeta, que a veces no alcanza a reunir más de cuatro versos, pero que son como las cuatro oraciones bien rezadas con que las viejecitas suben al Cielo», apostilla. EL POEMA ELEGIDO Juan de Mairena —Alguna vez se ha dicho: las cabezas son malas; que gobiernen las botas. Esto es muy español, amigo Mairena. —Eso es algo universal, querido Don Cosme. Lo específicamente español es que las botas no lo hagan siempre peor que las cabezas .  

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