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Jonathan Pereira aún no es jugador del Villarreal, lo es del Betis y como tal seguirá entrenándose hasta que haya algún cambio en su futuro. Ese es el mensaje que llega desde el club verdiblanco tras la riada de comentarios suscitados desde la noche del martes. El conjunto castellonense lo quiere y muy extraño sería que el delantero no acabase volviendo allí, pero eso será en enero, no antes. Según el presidente, Miguel Guillén, ni siquiera ha habido contactos recientes con el Villarreal o el agente del futbolista. Su versión, todo sea dicho, contradice la del entorno del futbolista. Y por cierto, el club amarillo no condonaría la deuda del Betis porque el convenio de acreedores lo impide, pero claro, el traspaso se podría acordar en la misma cantidad (1,5 millones) y el problema quedaría resuelto.
Pereira, a todo esto, no salió a ejercitarse con sus compañeros en el entrenamiento del jueves. La causa oficial, según el club, es una contusión en el tobillo. Oficiosamente, además de la molestia física que pueda padecer el jugador, también se quedó dentro del vestuario para así no correr el riesgo de que se produjese algún altercado, aunque fuese verbal, con los aficionados que acudieron a la ciudad deportiva. Eso sí, habrá que ver cómo afecta a la convivencia en el vestuario lo sucedido el martes, cuando Mel le dijo a varios aficionados que el atacante tendría "lo suyo".
El entrenador, por cierto, explicó ayer por qué esa primera sesión de trabajo tras el 5-1 en Nervión se celebró a puerta abierta. "Sabía que el primer entrenamiento iba a ser muy duro, pero no podía cerrar las puertas. Hay que aguantar el chaparrón. Además, creo que es bueno", dijo Mel en Radio Marca. El técnico también se escudó en el apoyo de la afición a los suyos antes del choque de rivalidad para justificar su decisión. "Hemos visto a gente hacer cola ocho o nueve horas, 10.000 espectadores estuvieron en el entrenamiento y ahora tenemos que cargar con eso", advirtió.
