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El 'carcelero' blindó su zulo con ocho puertas

El zulo en el que el carcelero austriaco de Amstetten mantuvo encerrada a su hija y a sus seis hijos-nietos estaba protegido por ocho puertas y varios mecanismos electrónicos. Los primeros nueve años, las víctimas de Fritzl vivieron en 35 metros cuadrados.

el 15 sep 2009 / 04:19 h.

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El zulo en el que el carcelero austriaco de Amstetten mantuvo encerrada a su hija y a sus seis hijos-nietos estaba protegido por ocho puertas y varios mecanismos electrónicos. Los primeros nueve años, las víctimas de Fritzl vivieron en 35 metros cuadrados, hasta que el detenido terminó la construcción del subterráneo.

El jefe de la Policía regional de Baja Austria, Franz Polzer, explicó que a la primera habitación se accedía durante esos primeros nueve años a través de una puerta que pesaba unos 500 kilos, que tuvo que ser reemplazada posteriormente por una puerta más liviana. El acusado Josef Fritzl inició la construcción del calabozo subterráneo en el año 1978 y no lo terminó hasta 1983, dijo el policía.

Berthold Kepplinger, médico responsable de la familia, relató también que los encerrados fueron abastecidos por el padre con píldoras de vitamina D y disponían de una lámpara de luz ultra violeta, lo que explica su aceptable estado físico a pesar de la falta de luz. Los investigadores están a punto de terminar con su registro del sótano de la casa, que han realizado con minuciosidad centímetro a centímetro. Polzer presentó ayer a los periodistas un dibujo del complejo de viviendas donde está la casa de Fritzl.

Por su parte, Albert Reiter, el médico que atiende a Kerstin, la mayor de las hijas nacidas en el zulo de Amstetten, confirmó que la paciente sigue en estado estable pero grave y con pronóstico incierto. Padece una extraña enfermedad conocida como espasmofilia aguda que la mantiene entre la vida y la muerte desde que se descubrió el horror en el sótano de Amstetten.

La nueva vida. Mientras la investigación policial prosigue, las víctimas del carcelero permanecen aisladas en el hospital conociéndose y adaptándose a su libertad. "La protección de la privacidad de la familia es prioritaria", declaró Berthold Kepplinger, director de la clínica de Amstetten.

Kepplinger explicó también que la familia -la hija de Fritzl, su madre y sus hijos nacidos del incesto- comparte un espacio de 70 metros cuadrados con los cristales oscurecidos para facilitar la adaptación a la luz de los tres encerrados en el zulo, Elisabeth y su dos hijos varones, Stefan, de 18, y Felix, de cinco.

"Hablan mucho entre ellos, algo normal para personas que no se han visto durante mucho tiempo", precisó Kepplinger, que explicó que juntos realizan ciertas tareas domésticas, como hacer la cama por las mañanas, el desayuno o la cena.

Elisabeth, Stefan y Felix aún siguen con su proceso de adaptación y tratan de "superar su dificultad para orientarse con el espacio", después de haber vivido en un exiguo zulo. El médico reveló que para facilitar la adaptación han dotado al espacio con los elementos que ya conocían y que habían sido proporcionados desde el exterior por su padre-abuelo. "Tienen de nuevo un acuario, y naturalmente, los niños han recuperado sus peluches, y sus juguetes", dijo el responsable médico. "Es una fase de creación del sentimiento y la imagen familiar", explicó.

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