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El Cercanías del Aljarafe planta cara a los atascos

Poco antes del mediodía ya se habían subido unos 600 viajeros.

el 28 mar 2011 / 11:23 h.

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Isabel Castaño se acomoda en el asiento de uno de los vagones en los que por la hora -eran las 6.19- lo único que apetecía era echarse una cabezadita. Pero esta vez soñaba despierta y se recreaba en que hace más de tres décadas sus familiares, también de Sanlúcar la Mayor, se subieron al igual que ella en un tren para ir a la capital, aunque "el de antes era de madera". Desapareció "porque no era rentable", según recuerda esta administrativa del hospital Virgen del Rocío. En esa lucha está ahora el Cercanías del Aljarafe, que inició su andadura desde la estación de Benacazón sobre las 6.15 horas, cuando aún era de noche, con sus primeros 20 viajeros, una cifra reducida pero significativa si se cuenta con que era su primer día en servicio.

De éstos, la palma se la llevaron María Teresa Márquez, vecina de Benacazón, y su sobrino Manuel, que fueron los primeros en llegar a la estación. A diferencia del resto, que en su mayoría cogían el tren por motivos laborales, estos dos viajeros madrugaron de lo lindo para plantarse temprano en el hospital Virgen del Rocío, donde iban "a tratar unas cosas ligeritas" con los médicos. ¿Y por qué en tren? "Es mejor y mucho más cómodo que coger el coche y tener que soportar el atasco de la mañana", relataba María Teresa. Aunque ella vive cerca de la estación, no va a ser una cliente habitual porque el sustento que le da de comer se encuentra en la propia comarca y no en la capital hispalense.

María Teresa y Manuel no estaban solas en el viaje. Cerca estaba un claro ejemplo de que la línea C-5 beneficiará a toda la comarca. Diego Maraver, que es técnico de mantenimiento de la Consejería de Salud, había llegado con su vehículo desde Pilas para estrenar un tren que le evita "tener que estar perdiendo el tiempo con el atasco de la A-49 y luego el de la SE-30". Entra a las ocho, pero al ser el primer día no se fiaba del tiempo establecido por Renfe de 43 minutos entre Benacazón y la estación de Santa Justa. "Luego cojo el otro cercanías que me deja en el Palacio de Congresos y me planto en el trabajo", concretaba.

También llegada Pilas se sumó a la fiesta, aunque dos horas después, la primera familia del trayecto: Dolores del Valle, la abuela; Dolores Hernández, la madre; y el pequeño José David, con 14 meses. Su misión no era otra que "ir al Virgen del Rocío sin el estrés de entrar en Sevilla y buscar aparcamiento", algo que tildaron de misión imposible.

El goteo de viajeros prosiguió durante la mañana, hasta alcanzar, sobre la una del mediodía, los 600 vecinos del Aljarafe desplazados hasta Sevilla, una cifra que, de inicio, colmó las expectativas de Renfe, sabedor de que lo que toca ahora es calar en una población anclada en la tradición del coche para todo. En esa línea ya se están moviendo los alcaldes beneficiados, que están iniciando campañas de concienciación.

No obstante, ese mensaje parece que ya ha calado en torno a la estación ubicada entre Olivares y Villanueva del Ariscal. A las nueve de la mañana los aparcamientos se encontraban al 70% de ocupación y, desde los primeros viajes lideraba la lista de usuarios. Solo es el primer día, pero resulta llamativo que se produzca este fenómeno en el área de influencia que peores accesos tiene a la autopista Sevilla-Huelva (A-49).

Allí se subieron vecinos de Albaida del Aljarafe, Villanueva del Ariscal, Olivares... y Espartinas, cuyo equipo de gobierno ha sido el más crítico ante la ausencia de estación en su término. De allí es Juan Antonio López, que probó "a modo de experimento" la fórmula del tren tras meses usando otro trayecto: coger el coche hasta Ciudad Expo, en Mairena del Aljarafe y coger el Metro para acercarse lo más posible a su trabajo en Carretera Amarilla. "La diferencia es de 86 céntimos más, pero menos kilómetros", calculaba.

Con el paso de las estaciones, se iba diferenciando a dos clases de usuarios: el que se subía y el curioso, que cogía el folleto y ametrallaba a preguntas a las azafatas de Renfe que, con amabilidad, aclaraban la duda más peliaguda, excepto la del horario de los autobuses, que también estrenaban sus rutas. "Es mejor que pregunte al Consorcio", decía una de ellas en el apeadero de Camas mientras encogía los hombros.

En el anden de Valencina de la Concepción estaban los dos grupos. Padre e hijo y los dos de Santiponce. Ricardo Durán padre no se iba a subir y le ponía pegas al precio, el tiempo de paso e incluso a los aparcamientos. "Cuando esto crezca van a tener que poner al del euro", decía en alusión a un vigilante. Ricardo hijo lo veía con otros ojos y hasta hallaba ventajas económicas combinando el autobús con el tren. Cuestión de pareceres. A pocos metros, Mariana Leyva, de Valencina, incide en la dificultad de los estudiantes para desplazarse a las estaciones y sugirió la construcción de carriles bici.

Ya puestos a las quejas (todas ellas constructivas) entró también Manuel Álvarez, de Camas, y, para más inri, empleado de Renfe en Santa Justa. "Un tren cada 40 minutos es mucho; sólo hay que ver la línea de Lora del Río (C-1) que pasa cada 15, decía, aunque era consciente de que hay que darle tiempo para que el Cercanías vaya, poco a poco, ganándole espacio al coche en el Aljarafe.

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