Local

El clasismo huele a rancio

Por desgracia, en este país estamos acostumbrados a seguir debates parlamentarios de poca calidad y en algunos casos rayando una zafiedad que empuja a los ciudadanos a desinteresarse de la política. En esta línea hay que insertar la malograda frase del líder...

el 16 sep 2009 / 02:55 h.

Por desgracia, en este país estamos acostumbrados a seguir debates parlamentarios de poca calidad y en algunos casos rayando una zafiedad que empuja a los ciudadanos a desinteresarse de la política. En esta línea hay que insertar la malograda frase del líder del principal partido de la oposición en el último debate sobre el estado de la nación cuando se refería a las medidas propuestas por el PP en su plan anticrisis y que no llegó a concretar ni aclarar. Sus opositores le abuchearon y él les dijo ni corto ni perezoso: "Si ustedes no saben leer cómo van a enterarse de ellas.... qué gente!". Ante un descalificativo como ese creo que se que pueden hacer dos reflexiones. La primera que es falso que los representantes de los partidos de izquierdas no sepan leer o estén menos preparados que los representantes de los partidos de derechas. Tanto en los gobiernos socialistas como populares ha habido ministros y ministras ingenieros, doctores, abogados... y también personas sin estudios universitarios.

Pero, por otro lado, lo más grave del caso es que una frase de ese estilo no puede salir, ni en broma, de boca de un verdadero demócrata. Quien argumenta así, como ahora ha hecho Rajoy, se retrotrae al siglo XIX cuando las élites reaccionarias defendían que el gobierno de los asuntos públicos solo estuviera en manos de los que ellos consideraban que eran los únicos preparados y con instrucción para asumirlo.

Eso fue lo que dio lugar a que las primeras elecciones fueran por sufragio censitario porque solo se le reconocía el derecho al voto a la parte de la población inscrita en un censo. El sexo, la raza, la posesión de un determinado nivel de rentas o el acceso a la propiedad y el nivel de instrucción (saber leer y escribir) han sido las principales barreras históricas que los distintos países llamados desarrollados impusieron en sus primeras constituciones para evitar que toda la población pudiera ejercer el derecho al voto. Uno de los argumentos que mantenía alejadas de las urnas a las mujeres o a los analfabetos, que esas mismas élites no se habían preocupado de escolarizar, era precisamente su falta de criterio para discernir con libertad, debido a su bajo nivel de instrucción. Siempre ha habido una élite bien formada que aunque se diga demócrata no cree en la democracia, porque considera que aquellos que no tienen su nivel de conocimientos, su capacidad de razonar, no tienen derecho a regir el destino de su nación. Esta tendencia fue la que llevó a algunos influyentes pensadores o políticos de las democracias europeas a alinearse con sistemas totalitarios como el nazismo.

Por eso la frase de Rajoy no es digna de un demócrata. Quien lo es, acepta y respeta la diversidad de los representantes que ha elegido el pueblo soberano, en la que hoy día habrá normalmente licenciados y licenciadas universitarias pero también personas que por diversas circunstancias decidieron o no pudieron serlo. Y un verdadero demócrata ni descalifica de esa manera al adversario ni, lo que es peor, deja caer que considera políticamente de segunda a quien pudiera tener menos formación. Ese clasismo tan caduco que deja entrever Rajoy no es propio, de ninguna manera, de un demócrata moderno.

Atento como está a los diferentes niveles de lectura quizá podría él leer las palabras de Clara Campoamor defendiendo el sufragio femenino en las Cortes republicanas de 1931 pero que son extensivas a todos los ciudadanos: "Dejad que la mujer se manifieste como es, para conocerla y para juzgarla; respetad su derecho como ser humano".

Vicerrectora de Postgrado de la Olavide

lgalvez@upo.es

  • 1