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El cofre de los tesoros de papel

No hay que ir a Alemania ni cruzar el océano hacia las Antípodas para poder ver uno de los escasos ejemplares de la Biblia que Gutenberg imprimió en 1456 o un original con los relatos de los viajes que hizo el Capitán Cook a finales del XVIII. En la tercera planta del Rectorado se esconden éstos y otros tesoros bibliográficos en un cofre único: los fondos antiguos y archivo de la biblioteca

el 16 sep 2009 / 05:45 h.

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No hay que ir a Alemania ni cruzar el océano hacia las Antípodas para poder ver uno de los escasos ejemplares de la Biblia que Gutenberg imprimió allá por el año 1456 o un original con los relatos de los viajes que hizo el Capitán Cook a finales del XVIII. En la tercera planta del Rectorado se esconden éstos y otros tesoros bibliográficos en un cofre único: los fondos antiguos y archivo histórico de la biblioteca de la Hispalense. Formada por 76.804 documentos entre impresos y manuscritos, esta colección es la más grande de Andalucía y una de las primeras a nivel nacional.

No es de extrañar pues que entre las estanterías de este archivo (ajadas y no del todo adaptadas para acoger estas riquezas culturales) descansen códices manuscritos anteriores al año 1450 ricamente adornados con pan de oro; incunables con grabados xilográficos de autores como Durero; u obras de relevancia científica como la Anatomía de Valverde de Amusco de finales del XVI.

Eduardo Peñalver cuida con primor y admiración estos ejemplares desde hace 20 años. Es el responsable del fondo antiguo y archivo histórico de la Hispalense. Como si de un experto buscador de tesoros se tratara, Eduardo, con finos guantes y sobre almohadones ("todas las medidas son pocas para preservarlos", explica), muestra cada una de las peculiaridades de cada obra. "La maquetación del Nuevo Testamento de Gutenberg es de las mejores de la historia: papel de calidad, márgenes justificados, espacios medidos al milímetro y capitulares a mano", relata el experto mientras se vuelve hacia otro de los tesoros. "Aquí puede verse perfectamente -dice al señalar una obra de Erasmo de Rotterdam- cómo era la censura del siglo XVII: se ponían láminas de tinta sobre las partes prohibidas". "Este Atlas del XVII de Blaev fue coloreado años después de editarse". Y así uno tras otro Eduardo viaja de Nuremberg a Inglaterra, pasando por Venecia o Australia sin moverse de Sevilla.

En total, la biblioteca cuenta con 300 obras incunables (anteriores al siglo XV), 8.000 volúmenes del siglo XVI (destacando los impresos sevillanos), 14.000 del XVII y 17.000 del XVIII. La mayoría fue adquirida por la Hispalense a raíz de la desamortización de los conventos realizada por Mendizábal. Aunque también las colecciones de los jesuitas, los volúmenes del colegio de Santa María de Jesús -casi en el origen de la Universidad- y las donaciones particulares han contribuido a hacer de éste uno de los fondos bibliográficos más ricos del país. En los últimos años, la asistencia a subastas para adquirir nuevos ejemplares también ha sido una práctica habitual. "Aunque siempre no hay fondos para ello", explica Sonsoles Celestino, directora de la biblioteca. Ni para la compra ni casi para el cuidado. "Requieren mucha dedicación e infraestructuras".

A pesar de ello, el año pasado se digitalizaron unos 1.000 documentos y se restauraron 14 obras del siglo XVI en talleres especializados, con un coste de 15.496? euros. "En la nueva biblioteca del Prado -apunta la directora- habrá un espacio adecuado para guardar y conservar esta colección y un espacio para exposiciones de los volúmenes". De momento, se puede disfrutar de estos tesoros en exposiciones virtuales que realiza la Universidad y en otras muestras nacionales que engrandecen aún más la fama de este tesoro que atrae a investigadores y amantes de la cultura de uno y otro lado del mundo.

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