Cultura

El cómic español celebra su edad dorada

El ‘noveno arte’ rebosa calidad y creatividad y no le teme a la tan referida crisis.

el 27 dic 2009 / 20:28 h.

Batman, un habitual del mundo del cómic.

Las bodas de oro de Astérix y Obélix, la tridimensional Rúe del Percebe de Ibáñez, las aventuras del Batman que sobrevoló Barcelona al cumplir 70 años y un Capitán Trueno por primera vez libre de censura han marcado las viñetas en 2009, un año que ha elevado definitivamente el cómic a noveno arte.

Los editores coinciden en que el sector en España goza de buena salud, que no ha sufrido los efectos de la crisis económica y que ha ampliado su espectro de seguidores gracias a factores como el impulso del Premio Nacional de Cómic, a la alianza entre cine e historieta y a una apertura temática que ofrece títulos para todos los públicos.

"Dentro del sector, sin duda los cómics son y serán los últimos afectados", sentencia Ponç Cufinyà, de Panini Cómics, una editorial que lucha contra la etiqueta "superheroica" que le impone editar en España las obras del gigante Marvel y que este año ha llevado a las viñetas El informe 11-M, uno de los cómics del año, que narraba los atentados a través de la lectura de la sentencia.

Para el editor de Astiberri, Laureano Domínguez, una de las claves del auge del cómic fuera de las librerías especializadas ha sido la ampliación temática: cómic autobiográfico, de aventuras, histórico y deportivo han erigido la historieta en un medio del que "ya nadie tiene nada que objetar a su calidad".

Astiberri, que este año ha mantenido la impresión de 55 títulos anuales -de los cuales 20 son reediciones- ha apostado por autores españoles como Miguel Gallardo o Paco Roca, Premio Nacional de Cómic 2008. Pero también ha publicado Los viajes de Juan sin tierra, de Javier de Isusi, que ya ha aterrizado en las librerías de Francia, Portugal y Finlandia, o El juego de la luna, mejor cómic nacional en Expocómic'09.

El cómic también ha difundido los disturbios en Irán con Persépolis 2.0 -publicado en internet e inspirado en el best-seller de Marjane Satrapi-, una crónica gráfica sobre las protestas contra Mahmud Ahmadineyad que dio la vuelta al mundo.

En un tono más personal, Parsua Bashi contó en viñetas su experiencia como mujer divorciada en el país islámico en un cómic autobiográfico, Nylon Road (Norma Editorial), que seguía la estela de Satrapi y que confirmó la fuerza de los trazos y los guiones del cómic para transmitir emociones y remover conciencias.

La historieta ha sido testigo de un año de conmemoraciones, como el bicentenario del nacimiento de Darwin con El viaje de Darwin (Planeta), de José Miguel Fonollosa; o de Edgar Allan Poe, con Relatos de Poe (Parramón) y Poe, la biografía ilustrada de Jordi Sierra i Fabra.

El interminable éxito de Watchmen (Norma) o El curioso caso de Benjamin Button (Gadir) han confirmado la alianza entre el cine y la historieta, que este año rindió homenaje a Luis Buñuel con la novela gráfica Buñuel en el laberinto de las tortugas (Astiberri). El lector ha podido sumergirse en el talento de los grandes autores del cómic underground con el Catálogo de novedades (Mondadori) de Chris Ware o el Génesis (La Cúpula) de Robert Crumb, y también descubrir el ingenio del argentino Ricardo Liniers, que ha culminado su exitosa serie Macanudo (Mondadori).

Y todos estos títulos no han hecho sombra a los clásicos héroes de la historieta como Batman o Astérix y Obélix: poco después de que el hombre murciélago aterrizara en la Ciudad Condal, los galos celebraron su cincuenta aniversario con una aventura inédita que invitó a sus seguidores a recordar sus viajes más emblemáticos.

El cómic no ha querido oír hablar de crisis y ha demostrado que, pese a las fuertes presiones del entorno digital, millones de lectores conservan o bien descubren su ilusión por la magia del tebeo.

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